San Marcos es conocido por tres nombres en las Escrituras, el más conocido es el nombre griego Marcos, usado entre los gentiles (Hechos 15:39). También es llamado por su nombre de nacimiento judío Juan (Hechos 13:5-13), y por ambos, Juan Marcos (Hechos 12:12, 15:37).
Como ocurre con los santos en general, la fiesta de San Marcos es el día de su muerte. El 25 de abril del año 68 d.C., fue arrastrado por las calles de Alejandría por su fe en Cristo, dejando sangre y carne en los adoquines. Durante todo el tiempo nunca dejó de alabar a Dios y darle gracias por sus sufrimientos.
La proclamación del Evangelio (o kerygma apostólico) se presenta clásicamente en el discurso de Pentecostés de San Pedro (especialmente Hechos 2: 36-38). No sorprende, por tanto, que su secretario Marcos comience su propio relato con el ministerio del arrepentimiento de Juan el Bautista (Mc 1, 4) y esta sucinta proclamación: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios ha llegado. Arrepentíos y creed en el evangelio”. (Marcos 1:4, 14-15).
Este sería, por supuesto, el corazón del propio mensaje del Señor y lo que los apóstoles debían hacer cuando fueran enviados (Mr. 6:12). La fidelidad a Dios no debía caracterizarse simplemente por una fidelidad externa a la ley, aunque la justicia lo requiera, sino por un cambio interior del corazón y la mente a los caminos de Dios. Este Camino era una Persona, cuyo ejemplo y enseñanza expresan un amor divino que realiza perfectamente la justicia (cf. Mc 7, 18-23; Mc 12, 28-34).
“Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda creación, aleluya”. - Antífona de entrada, cf. Marcos 16:15
De manera general, el Evangelio de Marcos puede verse como un desarrollo detallado de los discursos de San Pedro en los Hechos de los Apóstoles (cf. Hch 2, 22-26; 3, 12-26; 10, 36-43), y así es como un espejo viviente de la predicación de San Pedro y de su ministerio.
Aunque el término “evangelista” puede aplicarse genéricamente a cualquiera que predique el Evangelio, por lo general solo se usa formalmente para los cuatro escritores de los Evangelios, cuyos escritos fueron aceptados por la Iglesia como inspirados por Dios y, por lo tanto, como parte de la Revelación Divina. Además de San Marcos, son San Mateo, San Lucas y San Juan.
Si bien el Evangelio de Marcos es el más breve, sigue siendo un tesoro duradero para todos los que buscan a Cristo. Escribió su Evangelio para proclamar que Jesús era el Hijo de Dios que sufrió y murió para salvarnos del pecado y de la muerte. Cuando leemos el Evangelio de Marcos, aprendemos que, para ser seguidores de Jesús, nosotros también debemos estar dispuestos a hacer sacrificios, a “negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirlo” (Marcos 8:34).
“Y Jesús les dijo: ‘Síganme y los haré pescadores de hombres.’” - Marcos 1:17
Además de ser el fundador y patrono de la Iglesia Copta, y del propio Egipto, San Marcos es el patrono de la ciudad de Venecia, Italia, de muchas otras ciudades, de algunas profesiones, como la abogacía, y contra algunas enfermedades (como como escrófula).
La parábola de la semilla que crece (Mc 4, 26-29) explica el crecimiento sobrenatural del Reino hasta su cumplimiento al final de la historia con el crecimiento natural de una semilla en la planta completamente florecida. La semilla crece en planta bajo el cuidado de Dios según la naturaleza que Dios le ha dado, e igualmente el Reino de Cristo, presente en semilla en la Iglesia que Él fundó, crece según su naturaleza sobrenatural en virtud de la voluntad divina y no de la voluntad del hombre. Los cristianos deben esparcir la “semilla”, pero ejerciendo paciencia y confianza en el crecimiento del Reino.
Marcos sigue esto con la parábola de la semilla de mostaza (Mc. 4:30-32), que enseña una lección similar pero diferente sobre el Reino, que crecerá hasta llenar todo el mundo.
Marcos no fue un apóstol en el sentido específico de “uno de los Doce”, escogido por Cristo como testigo principal de Su muerte y resurrección, y por lo tanto el fundamento de la Iglesia (Efesios 2:20). Sin embargo, fue un discípulo que siguió a Jesús durante su vida y que, en la época de los apóstoles, buscó difundir el conocimiento y la fe en Cristo.
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.’” - Marcos 16:15-16
Si bien Marcos escribió su Evangelio en Roma, siempre ha sido opinión común que lo hizo en griego, no en latín. El griego se entendía en todas partes. Era el idioma de la Septuaginta, la traducción de las Escrituras hebreas que usaban los judíos de habla griega. Sería el idioma de los escritos apostólicos que formarían el Nuevo Testamento, con la excepción del Evangelio de Mateo, probablemente escrito en hebreo o arameo para el pueblo judío, y solo más tarde traducido al griego.
Según San Jerónimo “Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro, escribió un breve evangelio a petición de los hermanos de Roma, incorporando lo que había oído decir a Pedro. Cuando Pedro escuchó esto, lo aprobó y lo publicó a las iglesias para ser leído por su autoridad como Clemente en el sexto libro de sus Hypotyposes y Papias, obispo de Hierápolis. Pedro también menciona a este Marcos en su primera epístola, indicando figurativamente a Roma bajo el nombre de Babilonia “La que está en Babilonia elegida junto contigo te saluda y también Marcos, mi hijo”. [Jerónimo, Vidas de Hombres Ilustres, Cap. 5]
“Todo es posible para el que cree.” - Marcos 9:23
Si bien todos los escritores del Evangelio destacan una parte significativa de los actos finales de Jesús, fue Su Ascensión al Cielo en presencia de los discípulos lo que se mencionó particularmente en el Evangelio de Marcos. Jesús finalmente se elevó en una nube que lo ocultó de su vista, pero dos ángeles vinieron a decirles que regresaría un día de manera similar. Jesús se sienta a la diestra de Su Padre en el Cielo.
Marcos se unió a Pablo y Barnabás en el primer viaje misionero de San Pablo, pero regresó a casa antes de que terminara el viaje, lo que molestó a San Pablo. Aproximadamente diez años después lo encontramos en Roma como secretario e intérprete de San Pedro.
La Iglesia que finalmente fundó San Marcos estaba en Alejandría, Egipto, donde más tarde murió como mártir. San Jerónimo nos dice: “Entonces, tomando el evangelio que él mismo compuso, fue a Egipto y predicando primero a Cristo en Alejandría formó una iglesia tan admirable en doctrina y continencia de vida que constriñó a todos los seguidores de Cristo a su ejemplo. Philo se enteró de que los judíos vieron que la primera iglesia en Alejandría todavía era judía hasta cierto punto, escribió un libro sobre su forma de vida como algo digno de elogio para su nación diciendo cómo, como dice Lucas, los creyentes tenían todas las cosas en común en Jerusalén, así que registró que vio que se hizo en Alejandría, bajo el erudito Marcos".
Y mientras comían, tomó el pan, y bendijo, y lo partió, y se lo dio, y dijo: Tomad; este es mi cuerpo." Y tomó una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, y todos bebieron de ella. Y les dijo: Esto es mi sangre del pacto, que por muchos es derramada. De cierto os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.” – Marcos 14: 22-25
San Marcos se representa comúnmente como un león alado. También asociamos el león a Jesucristo, que fue “el león de la tribu de Judá” (Ap 5,5). Un león es una bestia real y valiente. Así, Marcos nos muestra que como cristianos también estamos llamados a ser valientes y a difundir la Buena Noticia de Cristo.
Esta extraña imagen de San Marcos es una asociación que se hizo temprano en la Iglesia. Se basa en Ezequiel 1 y Apocalipsis 4, en los que se muestran cuatro criaturas o seres vivientes en el trono de Dios, sirviéndolo y adorándolo, junto con los 24 ancianos, los 12 patriarcas de Israel y los 12 apóstoles de la Iglesia. Cada figura angelical tiene alas, y cada una tiene un rostro diferente, el de Hombre, León, Buey o Águila. Casi tan pronto como la Iglesia pudo poseer y decorar iglesias, estas imágenes entraron en la iconografía cristiana: el león para Marcos, el hombre para Mateo, el buey para Lucas y el águila para Juan.
Si bien San Marcos fue martirizado en Alejandría, actualmente está enterrado en la ciudad italiana de Venecia. Hoy, sus reliquias se veneran en la basílica de San Marcos.
San Marcos cuenta la historia de la vida de Jesús de manera directa; como “en movimiento”; interesado en las actividades de la vida de Jesús.
Si bien hay bastantes citas notables del Evangelio de Marcos, una que se destaca particularmente es hacia el final del Evangelio. Al registrar la declaración del centurión romano en el Calvario, Marcos escribe: “Y cuando el centurión, que estaba frente a él, vio que exhalaba así su último aliento, dijo: '¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!'” (Marcos 15:39).
Se entiende que San Marcos era de procedencia de la fe judía. El estilo de su Evangelio, que abunda en hebraísmos, muestra que Marcos era judío de nacimiento y que el idioma hebreo le era más natural que el griego.
