Misa Diaria y Lecturas

¿No puede asistir a la Santa Misa? EWTN le ofrece las lecturas del día para permitirle seguir la Misa diaria en su transmisión por televisión. Las lecturas también son ideales para hallar tiempo durante el día para la reflexión espiritual. Escuche, vea o lea desde la comodidad de su hogar. Esta página incluye las lecturas del día y videos en línea, un recurso para todo el que desee vivir la vida de fe que agrada a nuestro Señor.

Domingo 26 de junio de 2022

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El Padre Joseph Mary Wolfe dice: «Hemos integrado este pequeño cuadernillo para ti, para ayudarte a unirte a la Iglesia Universal en todo el mundo a cantar las alabanzas del Señor mientras rezamos y cantamos juntos, unidos en el Sagrado Sacrificio de la Misa por EWTN».

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XIII Domingo Ordinario

Gloria – Creed

Primera Lectura

1 Reyes 19:16, 19-21

16y a Jehú, hijo de Nimsí, lo ungirás como rey de Israel; y a Eliseo, hijo de Safat, de Abel–Mejolá, lo ungirás profeta sucesor tuyo.
19Elías se marchó de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando con doce yuntas de bueyes por delante; él iba con la duodécima. Elías pasó junto a él y le echó el manto por encima.
20Él dejó los bueyes y corrió detrás de Elías diciendo:
—Permíteme ir a besar a mi padre y a mi madre, y te seguiré. Le respondió: —Vete y luego vuelve, porque ¿qué es lo que te he hecho?
21Aquél se dio la vuelta, tomó la yunta de bueyes y la sacrificó. Con los yugos de los bueyes coció la carne y la repartió a la gente para que comieran. Después se preparó y siguió a Elías poniéndose a su servicio.

Salmo Responsorial

Salmo 16:1-2, 5, 7-11

1Mictam. De David.
Guárdame, Dios mío, que me refugio en Ti.
2Yo digo al Señor:
«Tú eres mi Señor. No tengo otro bien que Tú».
5Señor, Tú eres el lote de mi heredad y de mi copa:
Tú sostienes mi parte.
7Yo bendigo al Señor, que me aconseja;
hasta de noche mi corazón me instruye.
8Pongo ante mí al Señor sin cesar;
con Él a mi derecha, no vacilo.
9Por eso se alegra mi corazón,
se goza mi alma, hasta mi carne descansa en la esperanza.
10Porque no abandonarás mi alma en el sheol,
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción.
11Me enseñas la senda de la vida,
saciedad de gozo en tu presencia, dicha perpetua a tu derecha. 

Segunda Lectura

Gálatas 5:1, 13-18

1Para esta libertad Cristo nos ha liberado. Manteneos, por eso, firmes, y no os dejéis sujetar de nuevo bajo el yugo de la servidumbre.
13Porque vosotros, hermanos, fuisteis llamados a la libertad. Pero que esta libertad no sea pretexto para la carne, sino servíos unos a otros por amor.
14Pues toda la Ley se resume en este único precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
15Y si os mordéis y os devoráis unos a otros, mirad que acabaréis por destruiros.
16Y os digo: caminad en el Espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la carne.
17Porque la carne tiene deseos contrarios al espíritu, y el espíritu tiene deseos contrarios a la carne, porque ambos se oponen entre sí, de modo que no podéis hacer lo que os gustaría.
18Si os dejáis conducir por el Espíritu, no estáis sujetos a la Ley.

Evangelio

Lucas 9:51-62

51Y cuando iba a cumplirse el tiempo de su ascensión, decidió firmemente marchar hacia Jerusalén.
52Y envió por delante a unos mensajeros, que entraron en una aldea de samaritanos para prepararle hospedaje,
53pero no le acogieron porque llevaba la intención de ir a Jerusalén.
54Al ver esto, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron:
—Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?
55Pero él se volvió hacia ellos y les reprendió.
56Y se fueron a otra aldea.
57Mientras iban de camino, uno le dijo:
—Te seguiré adonde vayas.
58Jesús le dijo:
—Las zorras tienen sus guaridas y los pájaros del cielo sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
59A otro le dijo:
—Sígueme. Pero éste contestó: —Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre.
60—Deja a los muertos enterrar a sus muertos —le respondió Jesús—; tú vete a anunciar el Reino de Dios.
61Y otro dijo:
—Te seguiré, Señor, pero primero permíteme despedirme de los de mi casa.
62Jesús le dijo:
—Nadie que pone su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.