Misa Diaria y Lecturas

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Lunes 7 de abril de 2025

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Con textos en español y latín, la Guía para la Misa Global Televisada te guía a lo largo de la Misa diaria que ofrecemos en EWTN.

El Padre Joseph Mary Wolfe dice: «Hemos integrado este pequeño cuadernillo para ti, para ayudarte a unirte a la Iglesia Universal en todo el mundo a cantar las alabanzas del Señor mientras rezamos y cantamos juntos, unidos en el Sagrado Sacrificio de la Misa por EWTN».

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San Juan Bautista de la Salle, Presbítero (Memoria)

Primera Lectura

Primera Opción
Segunda Opción

Daniel 13:1-9, 15-17, 19-30, 33-62

1Vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín,
2que tomó por esposa a una mujer llamada Susana, hija de Jelcías, muy bella y temerosa del Señor.
3Sus padres eran justos y habían educado a su hija según la Ley de Moisés.
4Joaquín era muy rico y tenía un jardín contiguo a su casa. Los judíos solían acudir a él porque era el más respetado de todos.
5Aquel año dos ancianos del pueblo fueron designados jueces; aquellos de los que dijo el Señor: «La maldad ha brotado en Babilonia de los ancianos jueces, que parecían guiar al pueblo».
6Estos frecuentaban la casa de Joaquín, y todos los que tenían pleitos acudían a ellos.
7Sucedía que cuando la gente se marchaba, a mediodía, Susana salía y paseaba por el jardín de su marido.
8Los dos ancianos la veían a diario cuando salía a pasear, y sintieron deseos de ella.
9Pervirtieron sus pensamientos y desviaron sus ojos para no mirar al cielo ni acordarse de las leyes justas.
15Sucedió que, mientras ellos esperaban el día apropiado, salió ella, como la víspera y la antevíspera, sola con dos criadas y quiso bañarse en el jardín porque hacía mucho calor.
16No había allí nadie, excepto los dos ancianos escondidos que le acechaban.
17Ella dijo a las criadas:
—Traedme el aceite y los ungüentos, y cerrad la puerta del jardín mientras me baño.
19Apenas salieron las criadas, se levantaron los dos ancianos y corrieron hacia ella.
20Le dijeron:
—Las puertas del jardín están cerradas, nadie nos ve, y nosotros sentimos deseos de ti; así que danos tu consentimiento y únete a nosotros.
21Si no, daremos testimonio contra ti de que un joven estaba contigo y por eso habías mandado afuera a las criadas.
22Susana lanzó un gemido y dijo:
—Estoy atrapada por todas partes: si hago eso, mereceré la muerte; si no lo hago, no escaparé de vuestras manos.
23Pero mejor es para mí no hacerlo y caer en vuestras manos que pecar delante del Señor.
24Susana gritó con voz fuerte, y los dos ancianos, por su parte, gritaban contra ella.
25Uno de ellos fue corriendo y abrió la puerta del jardín.
26Al oír los gritos en el jardín, los de la casa vinieron corriendo por la puerta lateral a ver qué le había pasado.
27Cuando los ancianos contaron su historia, los criados se avergonzaron muchísimo porque nunca se había dicho nada semejante de Susana.
28Al día siguiente, cuando la gente acudió a casa de Joaquín, su marido, vinieron también los dos ancianos llenos de perversas intenciones contra Susana, con el fin de darle muerte.
29Dijeron ante el pueblo:
—Id a buscar a Susana, hija de Jelcías, mujer de Joaquín. Y enviaron a buscarla.
30Vino ella con sus padres, sus hijos y todos sus parientes.
33Todos los suyos y cuantos la veían lloraban.
34Entonces los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y pusieron las manos sobre la cabeza de Susana.
35Ella, llorando, miró hacia el cielo, porque su corazón confiaba en el Señor.
36Los ancianos dijeron:
—Mientras nosotros paseábamos solos por el jardín, salió ésta con dos criadas, cerró la puerta del jardín y despidió a las criadas.
37Entonces llegó hasta ella un joven que estaba escondido y se unió a ella.
38Nosotros estábamos en una esquina del jardín y, al ver aquella iniquidad, corrimos hacia ellos.
39Los vimos abrazados, pero a él no pudimos sujetarlo, porque era más fuerte que nosotros y, abriendo la puerta, salió corriendo.
40En cambio, a ésta la agarramos y le preguntamos quién era el joven,
41pero no quiso decírnoslo. De esto damos testimonio.
La asamblea los creyó puesto que eran ancianos del pueblo y jueces, y la condenaron a muerte.
42Susana gritó con fuerte voz y dijo:
—Dios eterno, que conoces lo que está oculto, que sabes todo antes de que suceda:
43Tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora voy a morir sin haber hecho nada de lo que éstos han tramado perversamente en mi contra.
44Y el Señor escuchó su voz.
45Cuando la llevaban para ejecutarla, Dios suscitó el espíritu santo de un muchacho llamado Daniel,
46que gritó con fuerte voz:
—Yo soy inocente de la sangre de ésta.
47Toda la gente se volvió hacia él, y le preguntaron:
—¿Qué es eso que estás diciendo?
48Él, de pie en medio de ellos, contestó:
—¿Tan necios sois, hijos de Israel? ¿Así, sin hacer juicio ni conocer toda la verdad, condenáis a una hija de Israel?
49Volved al tribunal, porque ésos han dado falso testimonio contra ella.
50Todo el pueblo volvió de prisa, y los ancianos le dijeron:
—Ven, siéntate en medio de nosotros e infórmanos, porque Dios te ha dado la ancianidad.
51Daniel les dijo:
—Separadlos lejos uno del otro, y los interrogaré.
52Cuando estuvieron separados el uno del otro, él llamó a uno de ellos y le dijo:
—¡Te has hecho viejo en días de maldad! Ahora han vuelto tus pecados, los que cometías antes,
53cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, mientras que el Señor dice: «No matarás al inocente ni al justo».
54Ahora pues, si tú viste a ésta, di bajo qué árbol los viste abrazados.
Él contestó: —Debajo de la acacia.
55Respondió Daniel:
—Has mentido bien contra tu propia cabeza, pues un ángel de Dios ha recibido ya la sentencia divina y te va a partir por medio.
56Apartó a aquél y mandó traer al otro. Le dijo:
—¡Raza de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón.
57Así hacíais con las hijas de Israel y ellas por miedo yacían con vosotros; pero una hija de Judá no ha tolerado vuestra iniquidad.
58Ahora, pues, dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?
Él contestó: —Debajo de la encina.
59Daniel le dijo:
—También tú has mentido bien contra tu propia cabeza, pues el ángel de Dios está esperando con la espada para partirte por medio. Así acabará con vosotros.
60Entonces toda la asamblea gritó con voz fuerte y bendijo a Dios que salva a los que esperan en Él.
61Se alzaron contra los dos ancianos, ya que Daniel los había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión, e hicieron con ellos lo mismo que ellos habían tramado contra el prójimo.
62Actuaron según la Ley de Moisés y les dieron muerte. Aquel día se salvó sangre inocente.

Daniel 13:41-62

41pero no quiso decírnoslo. De esto damos testimonio.
La asamblea los creyó puesto que eran ancianos del pueblo y jueces, y la condenaron a muerte.
42Susana gritó con fuerte voz y dijo:
—Dios eterno, que conoces lo que está oculto, que sabes todo antes de que suceda:
43Tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora voy a morir sin haber hecho nada de lo que éstos han tramado perversamente en mi contra.
44Y el Señor escuchó su voz.
45Cuando la llevaban para ejecutarla, Dios suscitó el espíritu santo de un muchacho llamado Daniel,
46que gritó con fuerte voz:
—Yo soy inocente de la sangre de ésta.
47Toda la gente se volvió hacia él, y le preguntaron:
—¿Qué es eso que estás diciendo?
48Él, de pie en medio de ellos, contestó:
—¿Tan necios sois, hijos de Israel? ¿Así, sin hacer juicio ni conocer toda la verdad, condenáis a una hija de Israel?
49Volved al tribunal, porque ésos han dado falso testimonio contra ella.
50Todo el pueblo volvió de prisa, y los ancianos le dijeron:
—Ven, siéntate en medio de nosotros e infórmanos, porque Dios te ha dado la ancianidad.
51Daniel les dijo:
—Separadlos lejos uno del otro, y los interrogaré.
52Cuando estuvieron separados el uno del otro, él llamó a uno de ellos y le dijo:
—¡Te has hecho viejo en días de maldad! Ahora han vuelto tus pecados, los que cometías antes,
53cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, mientras que el Señor dice: «No matarás al inocente ni al justo».
54Ahora pues, si tú viste a ésta, di bajo qué árbol los viste abrazados.
Él contestó: —Debajo de la acacia.
55Respondió Daniel:
—Has mentido bien contra tu propia cabeza, pues un ángel de Dios ha recibido ya la sentencia divina y te va a partir por medio.
56Apartó a aquél y mandó traer al otro. Le dijo:
—¡Raza de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón.
57Así hacíais con las hijas de Israel y ellas por miedo yacían con vosotros; pero una hija de Judá no ha tolerado vuestra iniquidad.
58Ahora, pues, dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?
Él contestó: —Debajo de la encina.
59Daniel le dijo:
—También tú has mentido bien contra tu propia cabeza, pues el ángel de Dios está esperando con la espada para partirte por medio. Así acabará con vosotros.
60Entonces toda la asamblea gritó con voz fuerte y bendijo a Dios que salva a los que esperan en Él.
61Se alzaron contra los dos ancianos, ya que Daniel los había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión, e hicieron con ellos lo mismo que ellos habían tramado contra el prójimo.
62Actuaron según la Ley de Moisés y les dieron muerte. Aquel día se salvó sangre inocente.

Salmo Responsorial

Salmo 23:1-6

1Salmo. De David.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
2En verdes prados me hace reposar;
hacia aguas tranquilas me guía;
3reconforta mi alma,
me conduce por sendas rectas por honor de su Nombre.
4Aunque camine por valles oscuros,
no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
5Preparas una mesa para mí
frente a mis adversarios. Unges con óleo mi cabeza, mi copa rebosa.
6Tu bondad y misericordia me acompañan
todos los días de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por dilatados días. 

Evangelio

Juan 8:12-20

12De nuevo les dijo Jesús:
—Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
13Le dijeron entonces los fariseos:
—Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.
14Jesús les respondió:
—Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero porque sé de dónde vengo y adónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy.
15Vosotros juzgáis según la carne, yo no juzgo a nadie;
16y si yo juzgo, mi juicio es verdadero porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me ha enviado.
17En vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos personas es verdadero.
18Yo soy el que da testimonio de sí mismo, y el Padre, que me ha enviado, también da testimonio de mí.
19Entonces le decían:
—¿Dónde está tu Padre? —Ni me conocéis a mí ni a mi Padre —respondió Jesús—; si me conocierais a mí conoceríais también a mi Padre.
20Estas palabras las dijo Jesús en el gazofilacio, enseñando en el Templo; y nadie le prendió porque aún no había llegado su hora.