Misa Diaria y Lecturas

¿No puede asistir a la Santa Misa? EWTN le ofrece las lecturas del día para permitirle seguir la Misa diaria en su transmisión por televisión. Las lecturas también son ideales para hallar tiempo durante el día para la reflexión espiritual. Escuche, vea o lea desde la comodidad de su hogar. Esta página incluye las lecturas del día y videos en línea, un recurso para todo el que desee vivir la vida de fe que agrada a nuestro Señor.

Lunes 6 de octubre de 2025

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El Padre Joseph Mary Wolfe dice: «Hemos integrado este pequeño cuadernillo para ti, para ayudarte a unirte a la Iglesia Universal en todo el mundo a cantar las alabanzas del Señor mientras rezamos y cantamos juntos, unidos en el Sagrado Sacrificio de la Misa por EWTN».

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Feria

Primera Lectura

Jonás 1:1--2:2, 11

1
1La palabra del Señor fue dirigida a Jonás, hijo de Amitay, diciéndole:
2—Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y pregona en contra de ella, porque su perversidad ha subido hasta mi presencia.
3Jonás se levantó para huir a Tarsis, lejos de la presencia del Señor. Bajó a Jope, y encontró una nave que se dirigía a Tarsis. Pagó el pasaje y embarcó en ella, para ir con ellos a Tarsis, lejos de la presencia del Señor.
4Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar y se levantó una tempestad tan recia que la nave estaba a punto de zozobrar.
5Los marineros se llenaron de miedo. Cada uno clamaba a su dios y arrojaban al mar los pertrechos que había en la nave para aligerar la carga. Mientras tanto, Jonás había bajado a la bodega del barco, se había acostado y estaba durmiendo profundamente.
6Entonces se le acercó el capitán y le dijo:
—¿Qué haces tú dormido? ¡Levántate, invoca a tu dios! A ver si Dios se ocupa de nosotros y no perecemos.
7Luego se decían unos a otros:
—Vamos a echar suertes para saber por quién nos ha venido este mal. Echaron suertes y cayó la suerte sobre Jonás.
8Entonces le dijeron:
—Haz el favor de decirnos por causa de quién nos ha venido este mal. ¿Cuál es tu oficio y de dónde vienes? ¿Cuál es tu país y de qué pueblo eres?
9Él les respondió:
—Yo soy hebreo, y adoro al Señor, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra firme.
10Los hombres se llenaron de un gran temor y le preguntaron:
—¿Qué es lo que has hecho? —pues comprendieron que estaba huyendo de la presencia del Señor, por lo que les había contado.
11Y le dijeron:
—¿Qué hemos de hacer contigo para que se nos calme el mar? —pues el mar arreciaba en su tormenta.
12Él les contestó:
—Agarradme y arrojadme al mar, y el mar se os calmará, pues sé que esta tremenda tormenta os ha venido por mi causa.
13Los hombres se pusieron a remar para volver a tierra firme, pero no podían, porque el mar arreciaba en su tormenta contra ellos.
14Entonces clamaron al Señor diciendo:
—¡Te suplicamos, Señor, que no perezcamos por culpa de la vida de este hombre; no nos hagas responsables de sangre inocente! Pues Tú, Señor, obras según tu beneplácito.
15Y agarraron a Jonás y lo arrojaron al mar. Y se calmó la furia del mar.
16Los hombres se llenaron de un gran temor al Señor. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos.
2
1El Señor dispuso que un pez enorme se tragara a Jonás. Estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.
2Y Jonás oró al Señor, su Dios, desde el vientre del pez,
11Entonces, el Señor dio orden al pez, que vomitó a Jonás sobre tierra firme.

Salmo Responsorial

Jonás 2:3-5, 8

3diciéndole:
—Desde mi angustia clamé al Señor, y Él me respondió. Desde el vientre del sheol grité, y escuchaste mi voz.
4Me arrojaste en el fondo, en el seno del mar,
y la corriente me volteaba; todas tus rompientes y tus olas me anegaban.
5Y yo me decía: «Soy expulsado
lejos de tus ojos. ¿Cómo contemplaré de nuevo tu Templo santo?».
8Cuando mi alma estuvo a punto de desfallecer
me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta Ti, hasta tu Templo santo.

Evangelio

Lucas 10:25-37

25Entonces un doctor de la Ley se levantó y dijo para tentarle:
—Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
26Él le contestó:
—¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees tú?
27Y éste le respondió:
—Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo.
28Y le dijo:
—Has respondido bien: haz esto y vivirás.
29Pero él, queriendo justificarse, le dijo a Jesús:
—¿Y quién es mi prójimo?
30Entonces Jesús, tomando la palabra, dijo:
—Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos salteadores que, después de haberle despojado, le cubrieron de heridas y se marcharon, dejándolo medio muerto.
31Bajaba casualmente por el mismo camino un sacerdote y, al verlo, pasó de largo.
32Igualmente, un levita llegó cerca de aquel lugar y, al verlo, también pasó de largo.
33Pero un samaritano que iba de viaje se llegó hasta él y, al verlo, se llenó de compasión.
34Se acercó y le vendó las heridas echando en ellas aceite y vino. Lo montó en su propia cabalgadura, lo condujo a la posada y él mismo lo cuidó.
35Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: «Cuida de él, y lo que gastes de más te lo daré a mi vuelta».
36¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los salteadores?
37Él le dijo:
—El que tuvo misericordia con él. —Pues anda —le dijo Jesús—, y haz tú lo mismo.