SU VIDA ESPIRITUAL

Desde su más temprana edad Francesco Forgione fue un hombre de oración. Era considerado por los demás como un niño callado ya que raras veces jugaba con ellos porque "ellos blasfemaban". Este rechazo al pecado le causaba la necesidad de escaparse a rezar a la iglesia de San Pío V. 
Otras veces solía sentarse bajo un árbol que le encantaba, que estaba 
en la propiedad de su padre, " a pensar en Dios". Padre Pío a los 14 añosA la edad de 5 años, Francesco ya quería ser sacerdote Franciscano Capuchino, en parte por 
el hábito y la barba, que le encantaban, pero también movido por las ganas de buscar la perfección, fruto de la Gracia de Dios.

Sin embargo, su ascenso por la escalera
de la santidad requeriría más que aspiraciones piadosas y escapes del mundo. Ya desde muy joven éste caminar hacia 
la santidad le conllevaría a una batalla inmensa contra la carne y el demonio. 
Por ejemplo, para el niño Francesco la mortificación no era algo extraño. Aún cuando la familia de por sí contaba con raciones pequeñas en las comidas, Francesco de vez en cuando dejaba de comer. También la madre 
lo encontró a los nueve años durmiendo en el piso con una roca como su almohada (esto parece que lo había estado haciendo el niño ya por un tiempo). Dicha austeridad se convertiría en un sello que lo caracterizaría para toda su vida. El también experimentó ataques personales con el demonio, quien se le aparecía en formas horribles en sueños. Más tarde 
en su vida, estos ataques fueron de una forma más directa, llegando hasta el punto de ser ataques físicos.

AngelSin embargo Dios nunca lo abandonó, ya que le proporcionaba visiones consoladoras de la Santísima Virgen y de su Angel Guardián. En una ocasión, su futura batalla contra el mal le fue revelada. En una visión que tuvo un día después de la Comunión, se vió él mismo en medio de un gran salón entre dos grupos de personas, un grupo tenía semblantes preciosos, mientras los otros eran horrorosos. En ese momento, un monstruo enorme salió del fondo del salón hacia él, pero Jesús se apareció para darle fuerzas a Francesco. Antes de que aquel monstruo llegara donde Francesco, le calló un rayo y desapareció. Nuestro Señor le dijo, "Este es el malvado con quién tienes que batallar". Verdaderamente, todas las biografías de la vida del Padre Pío muestran cómo esta visión profética se hizo realidad, hasta en el más mínimo detalle.

Padre Pío JovenEl año 1903 fue testigo de la entrada 
de Padre Pío, de quince años, a la vida religiosa o al camino de la perfección. Aunque los religiosos no son por su forma de vida necesariamente perfectos, las vivencias de los tres consejos evangélicos (pobreza, castidad y obediencia) ayudan 
a hacerlos perfectos. Nuestro Señor, aconsejando a aquellos que desean ser perfectos, les ofreció una forma de entregarse completamente a Dios, renunciando al derecho de matrimonio 
(Mt. 19:12), a los bienes materiales (Mt. 19:21a) y a la volundat propia (Mt. 19:21b). Fue en este momento, a la entrada al noviciado, cuando Francesco fue recibido con el nombre de Fra. Pío (Hermano Pío) ; Fra. para indicar que era un Fratello (Italiano) religioso o Frater (Latín), 
y Pío para indicar, por medio del cambio de su nombre, la nueva vida que ahora comenzaba. Solo después, en la ordenación sacerdotal en 1910, es que él asume el nombre por el cual es y será conocido por siempre: Padre Pío.

Como lo muestra este pequeño resumen, el Padre Pío recorrió los pasos tradicionales y comprobados de un camino a la santidad, renunciando 
al mundo, la carne, y al demonio por medio de la oración y la mortificación, coronado por el abandono total a los consejos evangélicos de la pobreza, 
la castidad y la obediencia. También se puede decir que el sacerdocio 
del Padre Pío le dió una mayor fuerza a su unión con Cristo, Sacerdote 
y Víctima, sin el cual es imposible entender al Padre Pío de Pietrelcina.