A una delegación de la República de Bulgaria

Autor: Benedicto XVI

PALABRAS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A UNA DELEGACIÓN DE LA REPÚBLICA DE BULGARIA
Sala de los Papas
Sábado 24 de mayo de 2008

Honorables miembros del Gobierno y distinguidas autoridades;
venerados hermanos representantes de la Iglesia ortodoxa y de la Iglesia católica: 

Como todos los años, me complace daros una cordial bienvenida a todos vosotros, miembros de la delegación oficial búlgara, que habéis venido a Roma con ocasión de la fiesta de san Cirilo y san Metodio, venerados tanto en Oriente como en Occidente. La memoria litúrgica de estos dos santos hermanos reviste para Bulgaria un elevado valor simbólico y constituye, al mismo tiempo, un importante acontecimiento cultural.

En efecto, su recuerdo estimula en los creyentes, tanto ortodoxos como católicos, el vivo deseo de dar al país un significativo impulso para profundizar su rico patrimonio cristiano, cuyos orígenes se remontan precisamente a la incansable iniciativa de los dos grandes evangelizadores provenientes de Tesalónica. Signo de este compromiso común es la composición de vuestra delegación, encabezada por el viceprimer ministro y constituida por representantes de las diversas Iglesias e instituciones culturales presentes en tierra búlgara.

Hoy es preciso seguir valorando la obra de evangelización, realizada con celo apostólico por san Cirilo y san Metodio en el territorio habitado por pueblos eslavos, porque constituye un modelo de inculturación de la fe, en sus elementos esenciales, incluso en la época posmoderna. En efecto, el Evangelio no debilita lo que hay de auténtico en las diversas tradiciones culturales, sino que ayuda al hombre de todos los tiempos a reconocer y realizar el bien auténtico, iluminado por el resplandor de la verdad.

Por tanto, los cristianos tienen la tarea de mantener y consolidar el vínculo intrínseco que existe entre el Evangelio, la misión de los discípulos de Cristo y su respectiva identidad cultural. Es importante redescubrir las raíces cristianas para contribuir a la construcción de una sociedad en la que estén presentes los valores espirituales y culturales que brotan del Evangelio. Valores e ideales que se alimentan de una unión incesante con Dios, como lo muestra la vida de san Cirilo y san Metodio, promotores constantes de relaciones de mutuo conocimiento y cordialidad entre pueblos diversos y entre culturas y tradiciones eclesiales diferentes. Lo recordé en mi encíclica Spe salvi:  si estamos en relación con Aquel que no muere, que es la Vida misma y el Amor mismo, entonces estamos en la vida y podemos entablar relaciones de auténtica solidaridad con el próximo (cf. n. 27).

Deseo de corazón que nuestro encuentro sea para todos vosotros, aquí presentes, y para las realidades eclesiales y civiles que representáis, motivo de relaciones fraternas y solidarias cada vez más intensas.

Que el Señor bendiga a vuestro querido país y a todos sus ciudadanos.

 

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