Al cardenal Jean-Pierre Ricard, 22 de junio del 2007

Autor: Benedicto XVI

 

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL CARDENAL JEAN-PIERRE RICARD,
ARZOBISPO DE BURDEOS

Al señor cardenal
JEAN-PIERRE RICARD
Arzobispo de Burdeos
Presidente de la Conferencia episcopal de Francia

El 1 de agosto de 2007 se celebrará el centésimo aniversario de la inauguración, en la isla de Brownsea (Inglaterra), del primer campo scout organizado por lord Baden-Powel. En esa ocasión, todas las personas, jóvenes y adultos que, en el mundo, pronunciaron un día la promesa scout, estarán invitadas, individualmente o en grupo, a renovarla y a realizar un gesto en favor de la paz, poniendo así de relieve que la vocación de "constructores de paz" está unida al ideal scout.

Desde hace un siglo, mediante el juego, la acción, la aventura, el contacto con la naturaleza, la vida de equipo y el servicio a los demás, se ofrece una formación integral de la persona humana a todos los que se incorporan al escultismo. Fecundado por el Evangelio, el escultismo no sólo es un lugar de crecimiento humano verdadero, sino también el lugar de una fuerte propuesta cristiana y de una verdadera maduración espiritual y moral, así como de un auténtico camino de santidad. Como subrayaba el padre Jacques  Sevin, s.j., fundador del escultismo católico, será oportuno recordar que "la santidad no pertenece a ninguna época ni a ningún uniforme particular".

El sentido de responsabilidad que despierta la pedagogía scout conduce a una vida en la caridad y al deseo de ponerse al servicio del prójimo, a imagen de Cristo servidor, apoyándose en la gracia que Cristo da, especialmente a través de los sacramentos de la Eucaristía y del Perdón.

Con todas las personas que, en su país, se han beneficiado de una estructura scout, en los Scouts y los Guías de Francia, en los Scouts y Guías de Europa, o incluso en los Scouts y los Guías unitarios de Francia, me alegra que, desde el llamamiento hecho en 1997 por mi predecesor a una mayor unidad en el escultismo católico, puedan realizarse colaboraciones, respetando las sensibilidades de cada movimiento, con vistas a una mayor unidad en el seno de la Iglesia. En efecto, los cuadros del escultismo deben recordar que, ante todo, tienen que despertar y formar la personalidad de los jóvenes que las familias les encomiendan, educándolos en el encuentro con Cristo y en la vida en la Iglesia.

También es importante que se manifieste y desarrolle, entre los scouts y entre los diferentes movimientos, la "fraternidad scout", que forma parte de su ideal inicial y constituye, sobre todo para las generaciones jóvenes, un testimonio de lo que es el Cuerpo de Cristo, en el que, según la imagen de san Pablo, todos están llamados a cumplir una misión, en el lugar que les corresponde, a alegrarse de los progresos de los demás y a sostener a sus hermanos en la prueba (cf. 1 Co 12, 12-26).

Doy gracias al Señor por todos los frutos que ha dado el escultismo a lo largo de este siglo. Con toda la Iglesia, confío en los diferentes movimientos, Scouts de Francia, Scouts y Guías de Europa, Scouts y Guías unitarios de Francia, para proseguir el camino, con un apoyo cada vez más fuerte entre los movimientos, y para proponer a los muchachos y a las muchachas de hoy una pedagogía que forme en ellos una personalidad fuerte, fundada en Cristo y deseosa de vivir ideales elevados de fe y de solidaridad humana.

Desde este punto de vista, la promesa y la oración scout constituyen una base y un ideal por desarrollar durante toda la existencia. Es lo que recordaba ya lord Baden-Powel:  "Sed siempre fieles a vuestra promesa scout, incluso cuando hayáis dejado de ser niños. ¡Que Dios os ayude a conseguirlo!". Cuando el hombre se esfuerza por ser fiel a sus promesas, el Señor mismo sostiene sus pasos.

A los scouts y guías que componen los tres movimientos, a los jóvenes, a los adultos y a los capellanes que los acompañan, a las familias, a los antiguos scouts y guías, así como a usted y a todos los pastores de la Iglesia en Francia, les imparto de todo corazón la bendición apostólica.

Vaticano, 22 de junio de 2007

 

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