Al final de la comida con los participantes en el Sínodo de los obispos, 25 octubre 2008 - Benedicto XVI

Autor: Benedicto XVI

XII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
XXIII CONGREGACIÓN GENERAL

SALUDO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL FINAL DE LA COMIDA
CON LOS PARTICIPANTES EN EL SÍNODO DE LOS OBISPOS

Atrio de la Sala Pablo VI
Sábado 25 de octubre de 2008

Queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas: 

El Sínodo está a punto de concluir, pero el caminar juntos bajo la guía de la Palabra de Dios continúa. En este sentido, siempre seguimos en "sínodo", en camino común hacia el Señor bajo la guía de la Palabra de Dios.

El Instrumentum laboris hablaba de la polifonía de las Sagradas Escrituras. Y podemos decir que ahora, en las contribuciones de este Sínodo, también hemos oído una bella polifonía de la fe, una sinfonía de la fe, con muchas contribuciones, incluso por parte de los delegados fraternos. Así hemos experimentado realmente la belleza y la riqueza de la Palabra de Dios.

También ha sido una escuela de escucha. Nos hemos escuchado unos a otros. Ha sido una escucha recíproca. Y precisamente escuchándonos unos a otros hemos aprendido mejor a escuchar la Palabra de Dios. Hemos experimentado la verdad de las palabras de san Gregorio Magno:  "La Escritura crece con quien la lee". Sólo a la luz de las diferentes realidades de nuestra vida, sólo en la confrontación con la realidad de cada día, se descubren las potencialidades, las riquezas escondidas de la Palabra de Dios. Vemos que en la confrontación con la realidad se abre de modo nuevo también el sentido de la Palabra que nos es donada en las Sagradas Escrituras.

Así, nos hemos enriquecido realmente. Hemos visto que ninguna meditación, ninguna reflexión científica por sí misma puede sacar de esta Palabra de Dios todos los tesoros, todas las potencialidades que se descubren sólo en la historia de cada vida.

No sé si el Sínodo ha sido muy interesante o edificante. En todo caso ha sido conmovedor. Nos hemos enriquecido con esta escucha recíproca. Al escuchar a los demás, escuchamos mejor también al Señor mismo. Y en este diálogo del escuchar aprendemos la realidad más profunda, la obediencia a la Palabra de Dios, la conformación de nuestro pensamiento, de nuestra voluntad, al pensamiento y a la voluntad de Dios. Una obediencia que no es ataque a la libertad, sino que desarrolla todas las posibilidades de nuestra libertad.

He llegado ahora al momento del agradecimiento a todos aquellos que han trabajado para el Sínodo. No me atrevo a enumerar a todos y cada uno de los que han actuado, porque seguramente podría olvidar a muchos. No obstante, agradezco a todos el gran trabajo que han realizado:  los presidentes delegados, el relator, con su secretario adjunto, todos los relatores, los colaboradores, los técnicos, los expertos, los auditores y las auditoras, de los que hemos aprendido cosas conmovedoras. Gracias cordialmente a todos.

Estoy un poco preocupado porque me parece que hemos violado el derecho humano de algunos al descanso nocturno, así como al descanso del domingo, porque son realmente derechos fundamentales. Debemos reflexionar sobre el modo de mejorar esta situación en los próximos Sínodos. Quiero ahora dar las gracias también a la empresa que nos ha preparado esta magnífica comida y a todos los que han servido. Gracias por este regalo.

Ahora debemos empezar a elaborar el documento postsinodal con la ayuda de todos estos textos. También esta será una escuela de escucha. En este sentido, permanecemos juntos, escuchamos todas las voces de los demás. Y vemos que sólo puedo entrar en la riqueza de la Escritura si el otro me la lee. Siempre necesitamos este diálogo, escuchar la Escritura leída por el otro desde su perspectiva, desde su punto de vista, para aprender conjuntamente la riqueza de este don.

A todos os deseo ahora buen viaje y os agradezco todo vuestro trabajo.

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