Ángelus, 12 agosto 2001

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II 

ÁNGELUS

Domingo 12 de agosto de 2001

              

1. "Estad preparados" (Lc 12, 40). El mandato de Cristo, que la página evangélica de hoy vuelve a proponer con vigor, asume una elocuencia singular pensando en santa Teresa Benedicta de la Cruz, en el siglo Edith Stein, copatrona de Europa, a quien la liturgia nos ha invitado a recordar hace algunos días. Murió, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, en las cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau, el 9 de agosto de 1942.

Quiera Dios que el recuerdo de su supremo acto de amor ayude a la humanidad actual a comprender cada vez más la importancia, el valor de la vida y la dignidad del ser humano.

2. Vemos cómo se desprecia la vida y la dignidad de la persona humana de manera violenta precisamente en Tierra Santa, a la que estaba muy unida espiritualmente santa Teresa Benedictina de la Cruz.

Muchas veces, también durante los días pasados, he elevado mi voz para implorar la paz de los corazones en esa martirizada región, con la esperanza de ver que se forme una cadena de manos finalmente desarmadas. Al contrario, seguimos abrumados por imágenes de desolación, de vidas truncadas, de cuerpos mutilados y de familias destrozadas. Esta espiral de inaudita brutalidad muestra aún más cuán ilusorio es pretender resolver los problemas de la justicia y de la convivencia entre los pueblos recurriendo a la violencia.

3. Por intercesión de santa Teresa Benedicta de la Cruz, oremos para que a los responsables políticos y militares de las partes enfrentadas no falte la buena voluntad. Ojalá que consideren ante Dios y la historia la urgencia de hacer que callen las armas y reflexionen en el futuro de los pueblos confiados a ellos:  un futuro que no puede ser de odio, sino de fraternidad, no de enfrentamiento, sino de colaboración.

María, Madre de la humanidad y Reina de la paz, obtenga para Tierra Santa y para el mundo entero fraternidad, respeto mutuo y paz.

Después de la plegaria mariana, el Santo Padre saludó a los fieles presentes en francés, inglés, alemán, español, portugués, italiano y polaco. He aquí sus palabras en castellano: 

Doy una cordial bienvenida a este encuentro de oración a la Virgen a los peregrinos de lengua española. Saludo en especial al grupo de Hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, a los oficiales de la Academia politécnica del Ejército de Chile y a los fieles de la parroquia Santa María, de Torredonjimeno (Jaén). Invito a todos a mantener siempre viva la llama de la fe, como nos recuerda el evangelio de hoy.

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