Ángelus del domingo 18 de enero de 1987

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 18 de enero de 1987

Hoy comienza la anual "Semana de oraciones por la unidad de los cristianos".

En las distintas partes del mundo, católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes intensifican durante esta semana la invocación por el restablecimiento de la plena unidad de todos los que confiesan que Jesucristo es Dios, Señor y Salvador del mundo.

Es, pues, un momento especial de impetración común y, al mismo tiempo, un período que compromete a todos los bautizados en la búsqueda ecuménica del restablecimiento de la unidad.

Todos nosotros, cualquiera que sea el papel que desempeñemos en la comunidad cristiana, podemos rezar por la unidad. ¡Que el Señor conceda a sus discípulos esa unidad por la que Él mismo oró! (cf. Jn 17, 21).

El recuerdo de la Jornada por la paz, celebrada en Asís, puede ofrecer sugerencias determinantes también para esta semana.

En el contexto de un encuentro más amplio, la plegaria común de los cristianos en Asís manifestó la unidad existente en torno al nombre de Cristo y el deseo común de la unidad plena para ofrecer un servicio de testimonio ante el mundo en favor de todos los hombres. "Tales preces comunes (de los católicos con los demás hermanos cristianos) -nos dice el Concilio Ecuménico Vaticano II- son medio muy eficaz para conseguir la gracia de la unidad y expresión genuina de los vínculos con que aún hoy están unidos los católicos con los hermanos separados. 'Pues donde hay dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos' (Mt 18, 20)" (Unitatisredintegratio, 8).

Una comunidad cristiana finalmente restablecida habrá de tener especiales características de servicio. A esto se refiere el tema profundo y abierto al futuro, escogido este año para la Semana de oración: "Unidos en Cristo, una nueva creación" (cf. 2Cor 5, 17-6, 4a).

La unidad en Cristo genera esa nueva creación, a la que está llamada toda la humanidad.

Así, pues, la renovación forma parte de las condiciones esenciales para el restablecimiento de la unidad de los cristianos y de la paz en el mundo.

En este encuentro nuestro dominical para la oración mariana, os invito a vosotros aquí presentes y a todos los católicos, esparcidos por el mundo, a participar activamente en esta Semana. Expreso, además, el deseo de que, donde aún no se celebre, los católicos tomen la iniciativa de iniciar encuentros comunes de oración y acciones de fraternidad y solidaridad cristiana, según las recomendaciones del Concilio Vaticano II, que ha subrayado cómo "la cooperación de todos los cristianos expresa vivamente la unión con la que ya están vinculados y presenta con luz más radiante la imagen de Cristo Siervo. Esta cooperación... debe ir perfeccionándose más y más... ya en el justo aprecio de la dignidad de la persona humana, ya procurando el bien de la paz, ya en la aplicación social del Evangelio" (Unitatisredintegratio, 12).

Junto con el diálogo ecuménico, éste es el camino que nos llevará a la unidad plena.

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