Ángelus del domingo 21 de septiembre de 1986

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 21 de septiembre de 1986

1. Quisiera dar las gracias ya desde ahora a todos los que, de las Iglesias cristianas y de las otras grandes religiones del mundo, han aceptado la invitación a ir a Asís el próximo 27 de octubre para un encuentro especial de oración en favor de la paz, hoy tan frágil y amenazada.

Con gran cordialidad manifiesto mi gratitud a los creyentes en Cristo y a los seguidores de las religiones no cristianas. El haber aceptado la invitación es ya de por sí una prueba del empeño que anima a las diversas religiones en favor de una verdadera paz, interna y externa, total y duradera.

2. Nadie debería maravillarse si los miembros de las diversas Iglesias cristianas y de las varias religiones se encuentran juntos para orar. Los hombres y mujeres que tienen un "animus religiosus" pueden ser, en efecto, la levadura de una nueva toma de conciencia de la humanidad entera por lo que respecta a su responsabilidad común en relación a la paz. Toda religión enseña la superación del mal, el empeño por la justicia y la acogida del otro. Hoy esta fidelidad común y radical a las tradiciones religiosas respectivas es más que nunca una exigencia de la paz.

3. Cada uno de los presentes en Asís, ofrecerá a Dios su oración según la propia tradición religiosa. Los cristianos en virtud de la comunión que ya existe entre nosotros, podremos orar juntos.

Reunidos juntos para orar en la ciudad en la que vio la luz ese hombre de paz que fue Francisco, tendremos así la posibilidad de ofrecer al mundo un válido testimonio de nuestro empeño común por la paz y por la causa del hombre. Con el Pobrecillo queremos desear a la humanidad de hoy "Pax et Bonum".

Y el Señor, que "ve en nuestros corazones" (cf. 1 Sam 16, 7) y desde lo alto de los cielos sigue nuestros pasos en la tierra, acogerá ―lo esperamos― nuestras súplicas, concediéndonos este gran don por el que suspira toda la humanidad.

A Él, pues, y a María Santísima, a quien nos dirigimos ahora con el Ángelus, confiamos la preparación de la Jornada de Asís.

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