Ángelus del domingo 23 de marzo de 1983

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo de Ramos 23 de marzo de 1986
Primera Jornada Mundial de la Juventud

1. "Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre... Jesús, al ver a su Madre, y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su Madre: 'Mujer, ahí tienes a tu hijo'. Luego dijo al discípulo: 'Ahí tienes a tu Madre'. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa" (cf. Jn 19, 25-27).

Al rezar a mediodía "el Ángelus", volvemos a traer ante los ojos de nuestras almas ese acontecimiento, ese momento que pertenece también al misterio pascual de Jesucristo.

El Crucificado confía a su Madre el discípulo. Es el discípulo "a quien Él (Jesús) amaba", lo mismo que en otra ocasión demostró amor por el joven del Evangelio, después de haber fijado en él la mirada (cf. Mc 10, 21). El discípulo junto a la cruz, el Evangelista Juan, escribe las palabras del testamento de Jesús.

Precisamente todos vosotros, queridos jóvenes, muchachos y muchachas, discípulos de Cristo, habéis sido confiados, juntamente con Él, a la Madre de vuestro Maestro: Habéis sido confiados a Ella en la hora de la redención del mundo.

Es preciso, pues, que acojáis a María en vuestras jóvenes vidas, igual que el Apóstol Juan la acogió "en su casa". Que le permitáis ser vuestra Madre. Que abráis ante Ella vuestros corazones y vuestras conciencias. Que Ella os ayude a encontrar siempre a Cristo, para "seguirlo" por cada uno de los caminos de vuestra vida.

2. Quiero recordaros también un problema con ocasión de esta común oración del Ángelus. El año 1986; por iniciativa de la ONU, es el Año de la Paz.

Desde el primer día de este año la Iglesia ha puesto de relieve esta iniciativa, que manifiesta los temores, pero también las esperanzas, de toda la familia humana.

Este año, pues, es también el año de la oración por la paz, y en esta oración queremos unirnos no sólo con todos los seguidores de Cristo, sino también con cuantos profesan las religiones no-cristianas en todo el mundo. Con esta finalidad, se ha dirigido la invitación a todos los responsables de las mismas, y se ha elegido el lugar, Asís, para una oración común, en el mes de octubre.

"La paz y los jóvenes caminan juntos". Así anunciaba el Mensaje de primero de año de 1986. Pido, pues, al Señor que la oración por la paz cuente de modo especial con vuestra participación, jóvenes. Que de este modo crezca la gran fuerza moral en el mundo tan amenazada por la carrera de armamentos, por el odio, el terrorismo, la violación de los derechos humanos, especialmente del derecho a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte.

¡"Bienaventurados los que trabajan por la paz"... !

3. Al encontrarnos en el umbral de la Semana Santa, juntamente con María al pie de la cruz de Cristo, abracemos con nuestra oración a los jóvenes de todo el mundo: a la juventud masculina y femenina. A todos. Especialmente a los que sufren.

Dios exaltó a Cristo, nacido de la Virgen María, por medio de la cruz. En la cruz de Cristo deseamos encontrar de nuevo ―juntamente con el Apóstol de las Gentes― la fuerza de Dios y la sabiduría de Dios. De esto depende el futuro del hombre y del mundo.

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