Ángelus del domingo 25 de octubre de 1981

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 25 de octubre de 1981

1. Ya otras veces, con ocasión de nuestra plegaria dominical del Ángelus, hemos tocado el problema del trabajo humano. Este tema perenne, tan antiguo como el hombre, tan antiguo como la Revelación divina en la historia del hombre, se hace particularmente actual para nosotros, este año en que celebramos el 90 aniversario de la Encíclica Rerum novarum.

Hoy es preciso dirigir nuestra atención al particular vínculo que existe entre el trabajo humano y la vida de la familia.

2. En realidad, desde los orígenes el hombre ha recurrido al trabajo para dominar la tierra y para garantizar la subsistencia propia y de la familia. Las dos finalidades son auténticamente humanas, pero la segunda encierra un contenido evangélico particular.

La familia encuentra en el trabajo el apoyo para su desarrollo y para su unión, el factor central que condiciona su vida, la cualifica, le da su ritmo y constituye un elemento de cohesión y estabilidad de la misma.

Por tanto, el trabajo pertenece al ámbito de lo que el hombre ama, de aquello por lo que vive, esto es, pertenece al ámbito del amor. Como dije el año pasado en Francia a los obreros de Saint-Denis, recordando la experiencia de cuando también yo era obrero: "Conozco el valor que para aquellos hombres, que eran a la vez padres de familia, encerraba su hogar, el porvenir de sus hijos, el respeto debido a sus esposas y a sus madres" (Homilía del 31 de mayo; L'Osservatore Romano, Edición en Lengua Española; 8 de junio de 1980, pág. 8).

El trabajo, pues, no puede disgregar la familia, sino que, en cambio, debe unirla, ayudarla a reforzarse. ¡Que la familia no se convierta, a causa del trabajo, en un encuentro superficial de seres humanos, en un hotel de paso sólo para las comidas y el descanso!

Por esto, finalmente, es indispensable que "los derechos de la familia (estén) profundamente inscritos en las bases mismas de cada código del trabajo, que tiene por sujeto precisamente al hombre y no sólo la producción y la ganancia".

3. Hace un año, en este mes de octubre, el Sínodo de los Obispos, en su sesión ordinaria, trabajaba sobre una cuestión fundamental desde el punto de vista de la misión de la Iglesia "De muneribus familiae christianae". Los abundantes frutos de aquel trabajo, por expresa voluntad de la asamblea sinodal, esperan la publicación en forma de Exhortación Apostólica, tal como ha sucedido después de los Sínodos precedentes sobre los temas de la evangelización y de la catequesis.

Circunstancias, conocidas por todos, han hecho que la fecha de la publicación de esta Exhortación haya sufrido cierto retraso.

Siguiendo el pensamiento del último Sínodo de los Obispos, y también en el espíritu de nuestras meditaciones de hoy, pidamos ―por intercesión de la Virgen Madre― que el vínculo fundamental que existe entre el trabajo y la vida de cada familia, encuentre el justo reflejo en todo el orden social y jurídico y también en la vida cotidiana de cada uno de los hombres y de cada familia.

Y elevemos también nuestra oración confiada al Arcángel Rafael, conocido por la tradición del Antiguo Testamento como protector de la familia (libro de Tobías): que vele cada vez más con su potencia e intercesión por el bien, la serenidad, la salud de todas las queridísimas familias del mundo.

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