Ángelus del domingo 3 de julio de 1983

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 3 de julio de 1983

El "fiat" de María en la Anunciación permite a Dios inaugurar una Nueva Alianza con la humanidad, aún más admirable que la establecida con el pueblo de Israel.

1. Pensemos de nuevo un instante en el día lejano, y con todo tan exaltante, en que el Señor, al pie del monte Sinaí, ofrecía a las tribus Israel su Alianza de amor por medio del Profeta Moisés, su portavoz.

Dios hablaba así al pueblo: "Vosotros habéis visto lo que yo he hecho a Egipto y cómo os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. Ahora, si oís mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mí propiedad entre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra; pero vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa" (Ex 19, 4-6a).

Entonces Moisés explicó a sus hermanos y hermanas el contenido del mensaje divino; los instruyo para hacerles conscientes del proyecto que venía del Señor. Dios, aún cuando manda, no violenta la voluntad. Él, que ha creado libres a sus hijos, es el custodio más celoso de su libertad.

Después de haber sido iluminado por el magisterio de Moisés, toldo el pueblo respondió unánime: "Nosotros haremos todo cuanto ha dicho Yavé" (Ex 19, 8; cf. 24, 3. 7). Estas palabras, que resultaron memorables en la espiritualidad hebraica de todo tiempo, eran como el "fiat", esto es, el " sí" con el que Israel aceptaba unirse a Yavé su Dios, como Esposa al Esposo.

2. A la luz de estos hechos, quizá podemos comprender mejor la escena de la Anunciación.

El ángel Gabriel, enviado por Dios, manifiesta a la Virgen él designio que el Señor tiene sobre Ella: dar a luz al Hijo mismo de Dios, que se convertirá en Rey y Salvador del nuevo Pueblo de Dios (cf. Lc 1, 31-33), la Iglesia. Es una forma nueva de Alianza. Esta vez Dios pide unirse a nosotros tomando nuestras mismas facciones.

María, ante la propuesta divina, se comporta de manera sabia y libre. Si Dios la interpela, también Ella interpela a su Dios: "¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón?" (Lc 1, 34). El ángel le ofrece una iluminación ulterior sobre la voluntad divina: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti..." (Lc 1, 35).

Aun siendo llamada a creer lo increíble, María, en este punto, exclama: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38a).

En estas palabras de la Virgen está, en sustancia, el eco de las que pronunció todo el pueblo de Israel, al acoger el don de la Alianza en el Sinaí. Y esto quiere decir que la fe de Israel madura en los labios de María. ¡Realmente ella es "Hija de Sión"!

3. Ahora haremos memoria orante del "fiat" de María en el "Ángelus". Pidamos a la Virgen que haga siempre iluminado y generoso el "fiat" de nuestro bautismo, y que lo renueve en los compromisos cotidianos de nuestro testimonio de fe. Así viviremos dignamente nuestra Alianza con el Señor en su Iglesia, corazón del mundo.

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