Ángelus en la solemnidad de la Inmaculada, 8 diciembre 2009 - Benedicto XVI

Autor: Benedicto XVI

 

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

BENEDICTO XVI

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Martes 8 de diciembre de 2009

 

Queridos hermanos y hermanas:

El 8 de diciembre celebramos una de las fiestas más hermosas de la santísima Virgen María: la solemnidad de su Inmaculada Concepción. Pero, ¿qué significa que María es la "Inmaculada"? Y, ¿qué nos dice este título a nosotros? Ante todo hagamos referencia a los textos bíblicos de la liturgia de hoy, especialmente al gran "fresco" del capítulo tercero del libro del Génesis y al relato de la Anunciación del Evangelio de san Lucas. Después del pecado original, Dios se dirige a la serpiente, que representa a Satanás, la maldice y añade una promesa: "Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te aplastará la cabeza mientras acechas tú su calcañar" (Gn 3, 15). Es el anuncio de una revancha: En los primeros momentos de la creación parece que prevalece Satanás, pero vendrá un hijo de mujer que le aplastará la cabeza. Así, mediante el linaje de la mujer, Dios mismo vencerá, el bien vencerá. Esa mujer es la Virgen María, de la que nació Jesucristo que, con su sacrificio, derrotó de una vez para siempre al antiguo tentador. Por esto, en numerosos cuadros o estatuas de la Inmaculada, se la representa aplastando a una serpiente con el pie.

El evangelista san Lucas, por su parte, nos muestra a la Virgen María recibiendo el anuncio del mensajero celestial (cf. Lc 1, 26-38). Aparece como la humilde y auténtica hija de Israel, la verdadera Sión, en la que Dios quiere poner su morada. Es el retoño del que debe nacer el Mesías, el Rey justo y misericordioso. En la sencillez de la casa de Nazaret vive el "resto" puro de Israel, del que Dios quiere hacer renacer a su pueblo, como un nuevo árbol que extenderá sus ramas por el mundo entero, ofreciendo a todos los hombres frutos buenos de salvación. A diferencia de Adán y Eva, María obedece a la voluntad del Señor, con todo su ser pronuncia su "sí" y se pone plenamente a disposición del designio divino. Es la nueva Eva, verdadera "madre de todos los vivientes", es decir, de quienes por la fe en Cristo reciben la vida eterna.

Queridos amigos, ¡qué inmensa alegría es tener por madre a María Inmaculada! Cada vez que experimentamos nuestra fragilidad y la sugestión del mal, podemos dirigirnos a ella, y nuestro corazón recibe luz y consuelo. Incluso en las pruebas de la vida, en las tempestades que hacen vacilar la fe y la esperanza, pensemos que somos sus hijos y que las raíces de nuestra existencia se hunden en la gracia infinita de Dios. La Iglesia misma, aunque está expuesta a las influencias negativas del mundo, encuentra siempre en ella la estrella para orientarse y seguir la ruta que le ha indicado Cristo. De hecho, María es la Madre de la Iglesia, como proclamaron solemnemente el Papa Pablo VI y el concilio Vaticano II.

Por tanto, a la vez que damos gracias a Dios por este signo estupendo de su bondad, encomendemos a la Virgen Inmaculada a cada uno de nosotros, a nuestras familias y comunidades, a toda la Iglesia y al mundo entero. También lo haré yo esta tarde, según la tradición, al pie del monumento dedicado a ella en la plaza de España.

Después del Ángelus

(En castellano)

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana y a quienes se unen a ella a través de la radio y la televisión. La Iglesia celebra hoy la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María Santísima, tan arraigada en España y en los países latinoamericanos. La Purísima, como es denominada la Virgen en la liturgia de este día, fue preservada de toda mancha de pecado para ser digna morada del Cordero inocente, abogada de gracia y ejemplo de santidad. Que el Señor nos conceda el don, por intercesión de la "llena de gracia", de purificarnos interiormente en este tiempo de Adviento para acoger con prontitud la venida de Cristo a nuestras vidas. Muchas gracias.

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