Angelus del 15 de marzo, beatificaciones

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 15 de marzo de 1998

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Acaba de concluir la solemne celebración durante la cual he tenido la alegría de proclamar tres nuevos beatos. Saludo con afecto a todos los peregrinos que han venido de diversas naciones para honrar a estos heraldos de la fe, que hoy contemplamos en la gloria de Dios.

Demos gracias al Señor por el espléndido testimonio evangélico que dieron estos hermanos nuestros, que a partir de hoy se proponen al culto y a la imitación del pueblo cristiano. En su vida recurrieron con intensidad y constancia a la intercesión materna de María, de quien se declararon siempre hijos devotos y confiados.

2. Brígida Morello encontró en la inmaculada Madre de Dios la inspiración y el apoyo para su obra de formación cristiana, promoción de las mujeres, evangelización y búsqueda de la unidad de la Iglesia.

La madre Carmen Sallés se inspiró para su labor educativa en María, criatura perfecta, puesto que estaba llena de gracia y totalmente libre del mal. Por eso, fundó el instituto de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza, difundidas hoy en doce países del mundo.

Y el beato Vicente Eugenio Bossilkov, religioso pasionista, obispo y mártir, vivió durante toda su existencia una humilde y dócil devoción a la Madre del Señor. En momentos de dura prueba, subrayando la bondad y la inmensa capacidad de sufrir de María, escribió: «En verdad, no es posible permanecer indiferentes ante tanta ternura y pureza de la Virgen, ante tanto amor y abandono de la Madre, y ante tanta paciencia y resignación de la mujer dolorosa» (Ejercicios espirituales, p. 52).

Las palabras, y sobre todo la vida, de los tres nuevos beatos, atestiguan una vez más que, cuando el hombre y la mujer recorren el camino de la santidad, María está presente para repetirles la invitación que hizo un día durante las bodas de Caná: «Haced lo que él os diga » (Jn 2, 5).

Que los nuevos beatos nos ayuden a acoger esta exhortación, especialmente en el tiempo de Cuaresma que estamos viviendo, período favorable a la renovación del corazón y de la vida.

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Después del Ángelus

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que se han unido a la oración mariana del Ángelus y, muy especialmente, a las religiosas Concepcionistas, a los obispos, a las autoridades civiles, así como a los numerosos fieles que acaban de asistir con gozo a la ceremonia en la que se ha elevado a la gloria de los altares a la madre Carmen Sallés y Barangueras. Os invito a seguir el ejemplo de la nueva beata para confiar siempre en la Virgen María en nuestro camino hacia su divino Hijo. A todos os bendigo de corazón.

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