Discurso a los Mexicanos, 28 de enero de 1980

Autor: Juan Pablo II

 

DISCURSO DE JUAN PABLO IIA LOS MEXICANOS

28de enero de 1980

Queridos Hermanos e hijos de México,

A cumplirse el primer aniversario de mi visita a vuestro País, quiero haceros llegar mi palabra de saludo, de recuerdo, de agradecimiento y de aliento en el camino del bien.

El beso que estampé a mi llegada a la sierra mexicana quería ser un sincero homenaje a la Nación y una prueba de afecto y estima, que iniciaba aquel intenso intercambio de sentimientos que, en gozosa sintonía de corazones, fue manifestándose, durante mi permanencia en la ciudad de Mi palabra se dirige asimismo, con acentos de especial intensidad vivencial, a los miembros de les comunidades indígenas, a los sectores rural y obrero. Sois depositarios de una gran dignidad personal y de valores que merecen, queridos hijos, todo respeto, consideración y apoyo. Sed conscientes de ese vuestro importante papel en la sociedad y en la Iglesia, aspirando y esforzándoos por conseguir mesas más altas, humanas y cristianas. Finalmente, al mundo del dolor, a los enfermos y a cuantos sufren, reservo mi recuerdo de predilección, que se hace oración por todos. En medio del sufrimiento, mantened la esperanza y ánimo, recordando que, unida a la cruz de Cristo, vuestra soledad interior se transforma en gracias de salvación para vosotros y para toda la Iglesia,

Amados Hermanos e hijos: Ninguno se sienta olvidado por el Papa, que a todos abarca en este recorrido panorámico global. Hagamos todos juntos, yo en medio de vosotros, una peregrinación de fe al hogar y santuario de México. A los pies de la bendita Madre Nuestra, la Virgen de Guadalupe, quiero depositar con vosotros plegaria: que con su ayuda, esa Iglesia de Dios, cuya vitalidad quise potenciar con mi visita, experimente un crecimiento pujante, una renovada floración espiritual, un incremento de vida cristiana, un consolidamiento de fas fuerzas evangelizadoras, un acercamiento constante del México fiel a Cristo, meta y objetivo de nuestro quehacer de cada día.

Como hermano y amigo pico al Padre del cielo que os colme de su gracia y paz, mientras bendigo de corazón a cada uno de los mexicanos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea.