Discurso del Santo Padre Benedicto XVI al Señor Vlado Buchkovski, Primer Ministro de Macedonia, 23 de Mayo de 2005

Autor: Benedicto XVI

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL SEÑOR VLADO BUCHKOVSKI,
PRIMER MINISTRO DE MACEDONIA
Sábado 23 de mayo de 2005

Señor primer ministro;
señoras y señores:

Con gran alegría os saludo con ocasión de la fiesta de san Cirilo y san Metodio, y os expreso mi gratitud por esta cordial visita. De modo particular, saludo al primer ministro y a los que lo acompañan. Con igual afecto, doy la bienvenida a la delegación eclesiástica. De buen grado aprovecho esta oportunidad para enviar mis mejores deseos a todo el pueblo de vuestro amado país.
Cuando, hace unos días, recibí al nuevo embajador, reconocí que las tradiciones y la cultura del pueblo macedonio reflejan valores que impregnan el espíritu de Europa. Los santos hermanos Cirilo y Metodio, apóstoles de los pueblos eslavos, contribuyeron significativamente a su formación. Su actividad humana y cristiana ha dejado huellas indelebles en la historia de vuestro país. La peregrinación que hacéis cada año a la tumba de san Cirilo os brinda una buena ocasión para remontaros a las raíces de vuestra historia. Cirilo y Metodio, nativos de Tesalónica, enviados en misión a los pueblos eslavos por la Iglesia de Bizancio, pusieron los cimientos de una auténtica cultura cristiana y, al mismo tiempo, dieron activamente los primeros pasos para crear condiciones de paz entre todas las diferentes poblaciones.
Esos valores de paz y fraternidad, que estos santos patronos de Europa, juntamente con san Benito, defendieron incansablemente, siguen siendo elementos indispensables para construir comunidades solidarias, abiertas al progreso humano integral y respetuosas de la dignidad de todo hombre y de todo el hombre.
Estoy convencido de que para construir una sociedad verdaderamente atenta al bien común es necesario buscar en el Evangelio las raíces de valores compartidos, como demuestra la experiencia de san Cirilo y san Metodio. Este es el ardiente deseo de la Iglesia católica, cuyo único interés es anunciar y testimoniar las palabras de esperanza y amor de Jesucristo, palabras de vida que, a lo largo de los siglos, han inspirado a muchos mártires y testigos de la fe.
Espero sinceramente que vuestra peregrinación contribuya a mantener vivos en toda la nación estos nobles ideales humanos y cristianos. Ruego a Dios también para que vuestro país se abra con confianza a Europa, contribuyendo así significativamente a la construcción de su futuro, inspirado por vuestra inestimable herencia religiosa y cultural.
Quisiera añadir la seguridad de mis oraciones por el amado pueblo macedonio, para que avance hacia un futuro de esperanza cada vez más firme, ayudado por todos los miembros de la sociedad civil y religiosa. Por tanto, invoco la bendición celestial de san Cirilo y san Metodio. Que Dios bendiga y proteja siempre a vuestro país y a todo su pueblo.

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