Regina Caeli del 20 de mayo de 2007

Autor: Benedicto XVI

 

BENEDICTO XVI

"REGINA CAELI"
Plaza de San Pedro, domingo 20 de mayo de 2007

Queridos hermanos y hermanas: 

Ante todo deseo renovar mi agradecimiento al Señor por el viaje apostólico a Brasil, que realicé del 9 al 14 de este mes; al mismo tiempo, doy las gracias a todos los que me acompañaron con su oración. Como sabéis, el motivo de mi visita pastoral fue la inauguración de la V Conferencia general del Episcopado latinoamericano y del Caribe. Pero antes de ese gran acontecimiento eclesial, me encontré con la comunidad católica brasileña. Muchos fieles acudieron, con esa ocasión, a la metrópoli de São Paulo, especialmente para la canonización del primer beato nativo de Brasil:  fray Antonio de Santa Ana Galvão. Hablaré más ampliamente de este viaje el miércoles próximo, durante la audiencia general. Mientras tanto, os invito a seguir rezando por la Conferencia que se está celebrando en Aparecida y por el camino del pueblo de Dios que vive en América Latina.

Un motivo ulterior de reflexión y de oración nos lo brinda hoy la celebración anual de la Jornada mundial de las comunicaciones sociales, cuyo tema es: «Los niños y los medios de comunicación:  un desafío para la educación». Los desafíos educativos del mundo actual a menudo están relacionados con la influencia de los medios de comunicación social, que compiten con la escuela, con la Iglesia e, incluso, con la familia.

En este contexto, es esencial una adecuada formación en el uso correcto de esos medios:  los padres, los maestros y la comunidad eclesial están llamados a colaborar para educar a los niños y a los muchachos a saber seleccionar y a formar una actitud crítica, cultivando el gusto por lo que es estética y moralmente válido. Pero también los medios de comunicación deben contribuir a este compromiso educativo, promoviendo la dignidad de la persona humana, el matrimonio y la familia, las conquistas y las metas de la civilización.

Los programas que inculcan violencia y comportamientos antisociales o vulgarizan la sexualidad humana son inaceptables, mucho más si se proponen a los menores. Por tanto, renuevo mi llamamiento a los responsables de la industria de los medios de comunicación y a los agentes de la comunicación social, para que salvaguarden el bien común, respeten la verdad y protejan la dignidad de la persona y de la familia.

Queridos hermanos y hermanas, en algunos países se celebra hoy la solemnidad de la Ascensión del Señor, que la liturgia recordó el jueves pasado. Jesús resucitado vuelve al Padre, así nos abre el camino a la vida eterna y hace posible el don del Espíritu Santo. Como entonces los Apóstoles, también nosotros, después de la Ascensión, nos recogemos en oración para invocar la efusión del Espíritu, en unión espiritual con la Virgen María (cf. Hch 1, 12-14). Que su intercesión obtenga para toda la Iglesia un renovado Pentecostés.

Después del Regina Caeli

Llamamiento del Papa en favor de la paz en Oriente Próximo

Los enfrentamientos entre facciones palestinas en la franja de Gaza y el lanzamiento de cohetes contra los habitantes de las ciudades israelíes cercanas, ante los cuales se reaccionó con la intervención armada, están provocando un sangriento deterioro de la situación, que consterna.

Una vez más, en nombre de Dios, pido que se ponga fin a esta trágica violencia, mientras deseo expresar mi cercanía solidaria a las probadas poblaciones palestina e israelí, asegurándoles mi recuerdo en la oración.

Apelo al sentido de responsabilidad de todas las autoridades palestinas para que, mediante el diálogo y con firmeza, reanuden el arduo camino del entendimiento, neutralizando a los violentos. Invito al Gobierno israelí a la moderación y exhorto a la comunidad internacional a redoblar sus esfuerzos para que se vuelva a la negociación. Que el Señor suscite y sostenga a los agentes de paz.

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Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española. En particular a los fieles de la parroquia Virgen del Carmen, de Onda. En este domingo de la Ascensión del Señor a los cielos, renovamos nuestra fe en Jesús, que nos ha abierto el camino que conduce a la patria celeste. Al mismo tiempo, como los primeros discípulos, reunidos con María en el cenáculo, esperamos la llegada del Espíritu Santo, que nos dará fuerza para ser testigos de Cristo resucitado en el mundo ¡Que Dios os bendiga!

 

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