XV Jornada internacional de alfabetización

Autor: Juan Pablo II

 

 

MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL DIRECTOR GENERAL DE LA UNESCO
CON MOTIVO DE LA XV JORNADA INTERNACIONAL
DE ALFABETIZACIÓN

Excmo. Sr.
Don Amadou Mahtar M'Bow,
Director general de la UNESCO:

La Jornada internacional de la Alfabetización de 1981 se halla al comienzo de los veinte años últimos que separan a la humanidad del año 2000, durante los cuales la UNESCO espera recoger los resultados definitivos de sus esfuerzos en favor de la alfabetización de cada ser humano en el mundo. Comparten esta esperanza todos los que se interesan por el progreso pacífico de la comunidad humana.

Pues todos tienen un mismo derecho a ser libres o ser liberados de la penosa y humillante condición de analfabeto, condición que constituye una causa no pequeña del malestar y desventajas que gravan sobre los pueblos menos avanzados.

Gracias a la alfabetización, cada ser humano se hace más hombre en sí mismo y respecto de los otros, y también para los otros; gracias a ella puede llegar a desarrollarse total y armónicamente, a nivel espiritual, cultural y material, y aprender a poseer esa riqueza fundamental, desarrollarla y disponer siempre de ella para su bien y el de la comunidad.

El esfuerzo por la alfabetización debe garantizar a casi mil millones de personas una gran esperanza, que no pueden defraudar quienes, por el hecho de haber llegado ellos a un nivel más alto de desarrollo global, tienen el deber de compartirla con los otros. Se trata de un servicio que el hombre presta al hombre, y en el que cada uno debe comprometerse a conseguir, por todos los medios, que todos crezcan como tales seres humanos. Así podrán llevar una vida más humana dentro de la libertad y del respeto de su dignidad y trascendencia.

Con esta afirmación estoy seguro de enlazar con el pensamiento y convicciones de la grandísima mayoría de los hombres y mujeres de buena voluntad que lanzan un llamamiento justificado y vigoroso a un compromiso general, tanto en el plano nacional, como en el de la cooperación mundial, para que se efectúen los cambios requeridos para instaurar un nuevo orden internacional, y para que se intensifique la investigación y se empleen lo mejor posible los medios necesarios para esta lucha nobilísima.

Conociendo los resultados ya obtenidos, quiero felicitar a usted, Señor Director, y a cuantos trabajan con generosidad, tenacidad y eficacia en el sector de la alfabetización. Igualmente deseo renovar a todos mi aliento y mis deseos más fervientes.

Vaticano, 2 de septiembre de 1981.

 

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