¿Qué es la Santísima Trinidad? (Viene de arriba.)

El Catecismo de la Iglesia Católica en su párrafo 234 señala,

El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe". "Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo."

¿Qué significa que la Trinidad es un Misterio?

Los objetos de la fe cristiana como la Trinidad están más allá de la naturaleza creada. En cuanto realidades sobrenaturales, no pueden ser conocidas por la razón ni los sentidos, sino que deben ser reveladas por Dios, que es el único que las conoce y comprende. Ese es el motivo por el cual la Trinidad es un misterio.

Sin embargo, se puede razonar los misterios de la fe por analogía con elementos que sí conocemos, y demostrar que no son incompatibles con la razón sino que están más allá de la comprensión natural. Esa posibilidad es la base de varios dogmas que tienen que ver con misterios de la fe que han sido promulgados por la Iglesia a lo largo de los siglos, así como las conclusiones teológicas a las que se ha llegado a través de la razón… todas, fundadas en un acto de fe en la verdad del misterio.

¿Cuál es el origen del término Trinidad?

En la Sagrada Escritura, se revela que Dios es Uno y Dios es Trino en cuanto a que el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. Esta es la fe de la Iglesia desde sus inicios. Con el tiempo, evolucionó un lenguaje teológico, mayormente para excluir errores diversos acerca de la naturaleza de Dios (por ejemplo, tres dioses, o tres modos o aspectos de Dios). Después del fin de la persecución romana en el año 313, la labor teológica de refutar errores respecto de Dios y de Cristo mantendría ocupada a la Iglesia durante los concilios de los siglos IV y V.

Específicamente el término “Trinidad “parece haberse instalado hacia el fin del siglo II. Se encuentra el término expresado en griego, trias, cerca del año 180: en Teófilo de Antioquía, que lo explica con las siguientes palabras: “la Trinidad de Dios (el Padre), el Verbo y su Sabiduría (“Ad. Autol”, II, 15). Tertuliano adoptará el término en latín Trinitas, que en el siglo III se hará conocido.

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“En todas nuestras acciones, cuando entramos o salimos, cuando nos vestimos, cuando nos lavamos, cuando comemos, antes de retirarnos a dormir, hacemos en nuestra frente la señal de la cruz.” - Tertuliano (ca. 200 A.D.)

¿Qué significa que Dios sea una “Trinidad”?

El Catecismo en sus párrafos 253-255 lo explica de la siguiente manera:

La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial". Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza". "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina" (Concilio de Letrán IV, año 1215).

Las Personas divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es único pero no solitario". "Padre", "Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo". Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede". La Unidad divina es Trina.

Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las Personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: "En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres Personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia". En efecto, "en Dios todo es uno, excepto lo que comporta relaciones opuestas". "A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo".

“El cristiano recibe sabiduría divina de tres maneras: a través de los mandamientos, las enseñanzas y la fe. Los mandamientos liberan la mente de las pasiones. Las enseñanzas la llevan al verdadero conocimiento de la naturaleza. La fe la lleva a la contemplación de la Santísima Trinidad.” – San Máximo el Confesor (ca. 650)

¿Quiénes son las tres Personas Divinas?

Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo son las Tres Personas Divinas de la Santísima Trinidad.

¿Quién es la Primera Persona de la Trinidad?

Dios Padre es la Primera Persona de la Santísima Trinidad. Eso significa que es la Fuente o Principio de lo que se denomina las “procesiones” de las otras dos Personas.

En el Antiguo Testamento, las referencias a “Dios”, sea Yahveh, Adonai o sea con el nombre con que se lo llame, son referencias a la naturaleza divina, pero en cierto sentido son también el “principio” de esa naturaleza, el Padre, de quien procede la deidad eternamente. Así, los cristianos pueden tomar las referencias a Dios que hay en la Escritura como referidas a la Unidad de la naturaleza divina o al Padre, dependiendo del contexto.

¿Quién es la Segunda Persona de la Trinidad?

El Hijo es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Procede del Padre como Su Palabra divina desde toda la eternidad. El término “generación” también se usa para hablar de esta procesión. La analogía humana de la filiación, entonces, refleja eso y el hecho de que la Segunda Persona es la Palabra de Dios o Su Imagen, como explica San Pablo en la carta a los Colosenses (1,15).

¿Quién es la Tercera Persona de la Trinidad?

La Tercera Persona de la Santísima Trinidad es el Espíritu Santo. Procede del Padre y del Hijo como su Espíritu, el Espíritu del Amor.

“Tres Personas que son un solo Dios, porque el Padre es amor, el Hijo es amor y el Espíritu es amor. Dios es todo amor y sólo amor, amor purísimo, infinito y eterno. No vive en una espléndida soledad, sino que más bien es fuente inagotable de vida que se entrega y comunica incesantemente. Lo podemos intuir, en cierto modo, observando tanto el macro-universo —nuestra tierra, los planetas, las estrellas, las galaxias— como el micro-universo —las células, los átomos, las partículas elementales—. En todo lo que existe está grabado, en cierto sentido, el "nombre" de la Santísima Trinidad, porque todo el ser, hasta sus últimas partículas, es ser en relación, y así se trasluce el Dios-relación, se trasluce en última instancia el Amor creador. Todo proviene del amor, tiende al amor y se mueve impulsado por el amor, naturalmente con grados diversos de conciencia y libertad.” - Papa Benedicto XVI

¿Dados los términos para nombrar al Padre y al Hijo, debe entenderse que Dios es varón?

Como con toda enseñanza sobre Dios, nuestra comprensión humana es limitada. El Catecismo explica lo siguiente:

(CIC 239). Conviene recordar […] que Dios transciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Transciende también la paternidad y la maternidad humanas, aunque sea su origen y medida: Nadie es padre como lo es Dios.

Dios es Espíritu, y lo spiritual no tiene sexo. Las categorías humanas de sexo y género son distinciones que surgen de la necesidad material de nuestra naturaleza humana de perpetuarse mediante la reproducción. Ni la naturaleza divina de Dios ni la naturaleza espiritual de los ángeles tienen esa necesidad.

El uso de los términos Padre, Hijo, o los pronombres masculinos para referirnos a Dios se basan en la Revelación: es decir, según se ha revelado Dios mismo. Entonces, aunque Dios es espíritu y por lo tanto no es varón ni mujer, el uso del masculino (Padre, Hijo, y todos sus atributos expresados en género masculino) revela algo acerca de la naturaleza divina y la comunión de las Personas Divinas, por analogía con nuestra naturaleza humana.

En las creaturas, lo masculino y lo femenino hacen referencia al modo en que se genera esa naturaleza. En los varones, la generación se da afuera de ellos; en las mujeres, ocurre adentro, donde también nutren la vida una vez que comienza. Como algunas religiones e ideologías confunden a Dios con su creación, el uso de los términos masculinos nos enseña que Dios es diferente (otro/afuera) de Su creación. No crea en Su propio ser ni nutre a la creación dentro de sí. Los nombres “Padre” e “Hijo” se comprenden desde esa concepción también.

Eso no significa que las cualidades psicológicas generalmente vinculadas con lo femenino y la maternidad no se utilicen en las Sagradas Escrituras. Sin embargo, son características que normalmente expresan la relación temporal de Dios con Su pueblo; mientras que el uso de los nombres masculinos y los términos asociados en género masculino en la Revelación son una manifestación acerca de la naturaleza divina y la relación eterna entre las Personas Divinas.

“¡O Trinidad, eterna Trinidad! Fuego, abismo de amor...
¿Era necesario que dieras
hasta la Santísima Trinidad como alimento para las almas?...
No nos diste únicamente tu Palabra
con la Redención y en la Eucaristía;
te diste entero
en la plenitud del amor por tu creatura.”
- Santa Catalina de Siena (ca. 1370)

¿Jesús es Dios o es Hijo de Dios?

Jesús es la “Palabra hecha carne” (Jn 1,14), lo que significa que desde toda la eternidad Él es la Palabra de Dios, es decir, Él es Dios (Jn 1,1-3). Sin embargo, no es el Padre. Es decir, la Palabra, el Hijo de Dios o la Segunda Persona de la Trinidad son diferentes maneras de expresar lo mismo.

EnFilipenses 2,6-7, leemos: “El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre”.

Al asumir la naturaleza humana a través de la Virgen María, Jesús recibió su nombre, que significa Dios salva. Sin embargo, no dejó de ser el Hijo de Dios al encarnarse, ni dejará nunca de ser hombre, desde que se encarnó, y un hombre llamado Jesús.

¿Jesús dice ser Dios en algún momento?

Sí, Jesús dice claramente que es Dios. En el Antiguo Testamento, Dios dice a Moisés que Su Nombre es “Yo soy el que soy” o simplemente “Yo soy” (Éxodo 3,14). En muchos pasajes del Evangelio, Jesús utiliza ese lenguaje o lo sugiere, enfureciendo a quienes no concebían la posibilidad de que Dios tuviera un Hijo.

“En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy.” (Jn 8,58)

“Yo soy el pan de vida. El que venga a mí no tendrá hambre, y el que crea en mí no tendrá nunca sed.” (Jn 6,35)

“Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.” (Jn 8,12)

“Yo soy el buen pastor.” (Jn 10,11)

“Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.” (Jn 11,25)

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.” (Jn 14,6)

¿La Trinidad es bíblica?

Aunque la palabra “Trinidad” no aparece como tal en las Sagradas Escrituras, la Iglesia definió que el término describía la verdad acerca del Dios que revelan las Escrituras: Un Dios y Tres Personas Divinas. Muchos otros términos (p. ejemplo Encarnación, Persona, Sacramento) han sido utilizados a lo largo de los siglos para enseñar verdades reveladas, y han adquirido significados estables por haber sido usados de manera consistente o bien por decisión de la Iglesia. De esta forma, las doctrinas de la Iglesia pueden enseñar verdades acerca de algún misterio de Dios, sin pretender definir de manera exhaustiva todo lo que puede decirse de ese misterio.

En el siguiente enlace, encontrará una explicación del tema:

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¿Cuál es la fórmula trinitaria para el Bautismo?

El Catecismo de la Iglesia Católica, en su párrafo 233, afirma lo siguiente:

Los cristianos son bautizados en "el nombre" del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y no en "los nombres" de estos, pues no hay más que un solo Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad.

Esta fórmula trinitaria es tan central para el sacramento del bautismo cristiano (Mt 28,18-20) –y, por ende, para la justificación de los pecadores (Hch 2,38)- que la Iglesia rechaza cualquier otra fórmula, considerándola inválida, es decir que no cumple con el propósito del Bautismo. Eso incluye el “bautismo de Juan” (Hch 18,25), el bautismo en el “nombre de Jesús” (que se confunde con el bautismo en Cristo como fórmula) o, más actualmente, el bautismo “en el Nombre del Creador, del Redentor y del Santificador”.

"Cuando rezamos a la Trinidad, pedimos que se vacíe nuestra memoria para que se llene del Padre; que se vacíe nuestro poder de razonamiento para alcanzar la humildad y aceptar así los misterios, y que nuestro intelecto se llene de Jesús; y que se vacíe nuestra voluntad de nosotros mismos para que seamos uno con el Espíritu.” – Madre Angélica

¿La revelación de la Santísima Trinidad está preanunciada en el Antiguo Testamento?

No está revelada específicamente en el Antiguo Testamento. Esta verdad estaba reservada para la venida de Cristo. Sin embargo, la Trinidad dejó Su marca, inevitablemente, en la creación y en la revelación al pueblo de Israel, preanunciando la revelación cristiana. Algunos ejemplos:

Génesis 1:26: Y dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra”.

Génesis 3,22: Y dijo Yahveh Dios: “¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal!”

En Génesis 18,1-3, tres ángeles visitan a Abraham, quien los considera Dios:

“Apareciósele Yahveh en la encina de Mambré estando él sentado a la puerta de su tienda en lo más caluroso del día. Levantó los ojos y he aquí que había tres individuos parados a su vera. Como los vio acudió desde la puerta de la tienda a recibirlos, y se postró en tierra, y dijo: «Señor mío, si te he caído en gracia, ea, no pases de largo cerca de tu servidor.”

Abraham “negocia” con lost res ángeles sobre el destino de Sodoma:

Génesis 18,27: “¡Mira que soy atrevido de interpelar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza!”

Esas “teofanías” (manifestaciones de Dios), como la de la zarza ardiente de Moisés, nos manifiestan algo sobre Dios, que es espíritu, al igual que la Trinidad, aunque solo por analogía sin revelar explícitamente la naturaleza trinitaria de Dios.

¿Las Personas Divinas están preanunciadas en el Antiguo Testamento?

En elCatecismo de la Iglesia Católica (702), leemos: Desde el comienzo y hasta "la plenitud de los tiempos", la Misión conjunta del Verbo y del Espíritu del Padre permanece oculta pero activa. El Espíritu de Dios preparaba entonces el tiempo del Mesías, y ambos, sin estar todavía plenamente revelados, ya han sido prometidos a fin de ser esperados y aceptados cuando se manifiesten. Por eso, cuando la Iglesia lee el Antiguo Testamento, investiga en él lo que el Espíritu, "que habló por los profetas", quiere decirnos acerca de Cristo.

Así como sucede con la Trinidad, pueden encontrarse alusiones a las tres Divinas Personas, aunque el misterio se reserve para la revelación en Cristo y a través de Él.

Padre. El uso del título de “Padre” para Dios aparece en varios pasajes. Moisés, por ejemplo, cuando reprende a Israel:

Deuteronomio 32,6 “¿Así pagáis a Yahveh, pueblo insensato y necio? ¿No es Él tu padre, el que te creó, el que te hizo y te fundó?”

Y el profeta Isaías, cuando alaba a Dios, se refiere a Él como padre:

Is 64,7: “Pues bien, Yahveh, tú eres nuestro Padre. Nosotros la arcilla, y tú nuestro alfarero, la hechura de tus manos todos nosotros.”

Sin embargo, esas referencias se comprendieron exclusivamente como algo que expresaba la relación de Dios con Su pueblo elegido.

Hijo. El uso del título de “Hijo” tampoco se conoce en el Antiguo Testamento en su sentido de Naturaleza Divina. Usado en relación con el concepto de Dios, tiene solamente un sentido de semejanza con Dios en santidad. En el libro de Job, se presenta a los ángeles como “Hijos de Dios” (Job 1,6; 2,1; 38,7), y en Génesis 6,2 son los justos de entre los hombres (cf. Sal 29,1; 89,6; Sabiduría 5,5).

Espíritu Santo. De similar forma, a lo largo del Antiguo Testamento, el Espíritu de Dios es utilizado en términos equívocos: como una característica de la actividad de Dios en la creación y en la historia de la salvación, pero no como una persona. Se mueve sobre la creación, insufla vida en el hombre (Gen 1,3; 2,7), y lo renueva (Sal 104,29_30). Les da poder a los justos (1 Sam 10,9-13) y se lo quita a los pecadores (1 Sam 16,14). Habla a través de los profetas para amonestar (Ez 2,2-3) y para prometer una renovación (Is 11,2; 61,1).

En el pasaje de Ezequiel 36,26-27, leemos: “Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis receptos y observéis y practiquéis mis normas”.

Vemos así que aunque se usa un término que en hebreo comúnmente se refiere al aliento o el viento (ruah) para referirse al espíritu de Dios, el hecho de que se le atribuya una actividad personal anticipa la revelación que hace luego Cristo de la Persona Divina.

"La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros." - 2 Corintios 13,13

¿Está bien nombrar a Dios “Creador, Redentor y Santificador”?

Algunos cristianos, por buscar igualdad entre los sexos, cambian los Nombres Divinos por el de “Creador, Redentor y Santificador” para evitar las referencias masculinas de los términos “Padre”, “Hijo” y “Espíritu”. Este uso es falso por dos motivos: 1) porque Dios no se reveló a Sí mismo con esos nombres y 2) porque esos términos no son nombres sino funciones.

Dios se reveló a Sí mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo porque esos términos explican algo sobre la naturaleza y la vida interior de Dios. Los términos Creador, Redentor y Santificador, en cambio, se refieren a la obra de Dios, que la Iglesia llama misión, que está fuera de Dios. El Creador existía antes de que creara nada; el Redentor existía antes de que redimiera a alguien y el Santificador existía antes de que santificara a nadie. Esos títulos, siendo verdaderos, hablan solamente de Dios en relación a la creación, no expresan nada acerca de Dios en cuanto tal.

Por eso, reemplazar los Nombres de las Personas Divinas por otros que no sean Padre e Hijo en las oraciones, la fórmula bautismal, la Señal de la Cruz o en la lectura de textos de las Sagradas Escrituras es un acto sin justificación teológica y que no representa la fe de la Iglesia.

¿Quién creó a Dios?

Nadie creó a Dios. Él –Padre, Hijo y Espíritu Santo- siempre existió. Cuando se apareció a Moisés (ca. 1300 A.C.), Dios reveló Su nombre, un nombre que describe Su naturaleza, el Ser que Es por Sí mismo.

“Dijo Dios a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY... Así dirás a los israelitas: ‘Yo soy’ me ha enviado a vosotros” (Ex 3,14).

Hasta ese momento, los seres humanos habían creado mitos y religiones que consistían en panteones de muchos dioses representando diferentes facetas de la naturaleza humana, la creación, o partes o elementos de la creación. Fue luego de mil años desde la revelación de Dios a Moisés que pensadores como el filósofo griego Aristóteles (ca. 325 A.C.) llegaran a la misma conclusión a través de la razón: que solamente un ser espiritual que existe en y por sí mismo, una Causa Primera, podía ser responsable de que existiera la creación.

¿Qué simboliza el Signo de la Cruz?

El Signo de la Cruz es una profesión de fe: fe en la Santísima Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; fe en la Encarnación y en nuestra Redención en la Cruz. Cuando se usa al bendecirse uno mismo con agua bendita, recuerda el propio bautismo en Cristo y la inhabitación de la Trinidad en cada uno. Es, además, un poderoso sacramental que nos protege del Maligno y del mal en general.

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