¿Qué debemos hacer en Semana Santa?

Durante la Semana Santa, los fieles pueden ir a Misa y participar de las celebraciones que ofrecen sus parroquias como el rezo del Vía Crucis.

Además, cada uno puede conmemorar la Semana Santa en su casa. Se pueden leer las Escrituras, en particular los pasajes que relatan los sucesos del Domingo de Ramos hasta el Viernes Santo. También pueden rezarse los Misterios dolorosos del Rosario.

También es una buena semana para rezar la Coronilla de la Divina Misericordia –toda la Cuaresma es buen momento para esto- y el Viernes Santo puede comenzarse la Novena de la Divina Misericordia para prepararse para el Domingo de la Divina Misericordia. El Señor pidió a Santa Faustina que se rezaran estas devociones para que las gracias de la Redención se derramaran más abundantemente en las almas.

¿Cuál es el significado de la Semana Santa?

La Semana Santa, en particular la Pasión y Muerte de Cristo, nos recuerda el Amor de Dios por la humanidad. En su párrafo 604, el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice:

Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios manifiesta que su designio sobre nosotros es un designio de amor benevolente que precede a todo mérito por nuestra parte: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados". "La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros".

¿Por qué se la llama Semana de la Pasión?

Es la semana en que reflexionamos acerca de la Pasión y Muerte del Señor Jesús, comenzando con el Evangelio del Domingo de Ramos que relata los hechos de la Pascua del Señor.

¿Cuáles son los cinco días de la Semana Santa?

La Semana Santa incluye el Domingo de Ramos (también referido como Domingo de la Pasión), Lunes Santo, Martes Santo, Miércoles Santo (a veces, también referido en inglés como ‘Spy Wednesday’ por las negociaciones para la traición de Judas con los judíos), Jueves Santo (también referido en inglés como ‘Maundy Thursday’ en referencia al mandato de amor de Jesús a los discípulos), Viernes Santo y Sábado Santo; son los días que preceden al Domingo de Pascua.

Desde la Misa de la Última Cena el Jueves Santo, la Iglesia se refiere también a estos días como el Triduo Pascual o Sagrado.

¿Cuál es el día más importante de la Semana Santa?

El más importante de los sucesos para los cristianos es la muerte y la Resurrección de Jesucristo. El Viernes Santo, recordamos con pesar la muerte del Salvador. El Domingo de Pascua, celebramos exultantes Su triunfo sobre la muerte.

“Aclamaciones de alegría en la entrada de Jesús en Jerusalén, seguidas de humillaciones. Gritos festivos, seguidos de una brutal tortura. Este misterio de dos realidades opuestas acompaña el inicio de la Semana Santa todos los años.” - Papa Francisco

¿Qué sucedió el Domingo de Ramos?

El Evangelio de San Mateo nos ofrece el siguiente relato:

Cuando se aproximaron a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces envió Jesús a dos discípulos, diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con ella; desatadlos y traédmelos. Y si alguien os dice algo, diréis: El Señor los necesita, pero enseguida los devolverá.» Esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del profeta:

Decid a la hija de Sión:
He aquí que tu Rey viene a ti,
manso y montado en un asno y un pollino,
hijo de animal de yugo.

Fueron, pues, los discípulos e hicieron como Jesús les había encargado: trajeron el asna y el pollino. Luego pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima. La gente, muy numerosa, extendió sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. Y la gente que iba delante y detrás de él gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!» (Mt 21,1-9)

¿Por qué el Domingo de Ramos recibe también el nombre de Domingo de la Pasión?

Aunque al comienzo de la Misa de ese domingo, cuando se bendicen las palmas y ramas de olivo, se lee el Evangelio de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, el Evangelio que se lee ese día durante la Liturgia de la Palabra es el de la Pasión. Esto marca el comienzo solemne de la conmemoración de la Pasión y Muerte del Señor.

¿Por qué va Jesús a Jerusalén el Domingo de Ramos?

El Catecismo de la Iglesia Católica nos lo explica en sus párrafos 559 y 560:

¿Cómo va a acoger Jerusalén a su Mesías? Jesús rehuyó siempre las tentativas populares de hacerle rey, pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesiánica en la ciudad de "David, su padre". Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvación ("Hosanna" quiere decir "¡sálvanos!", "Danos la salvación!"). Pues bien, el "Rey de la Gloria" entra en su ciudad "montado en un asno": no conquista a la hija de Sión, figura de su Iglesia, ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad. Por eso los súbditos de su Reino, aquel día fueron los niños y los "pobres de Dios", que le aclamaban como los ángeles lo anunciaron a los pastores. Su aclamación "Bendito el que viene en el nombre del Señor", ha sido recogida por la Iglesia en el Sanctus de la liturgia eucarística para introducir al memorial de la Pascua del Señor.

La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a cabo mediante la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Con su celebración, el domingo de Ramos, la liturgia de la Iglesia abre la gran Semana Santa.

¿Qué simboliza el Domingo de Ramos?

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice en su párrafo 570 lo siguiente:

La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías, recibido en su ciudad por los niños y por los humildes de corazón, va a llevar a cabo por la Pascua de su Muerte y de su Resurrección.

“El Domingo de Ramos nos dice que… la cruz es el verdadero árbol de la vida.” - Papa Benedicto XVI

¿Qué hizo Jesús el lunes de la Semana Santa?

En el Evangelio de San Mateo 21,12-17, leemos lo siguiente:

Entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas. Y les dijo: «Está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración. ¡Pero vosotros estáis haciendo de ella una cueva de bandidos!»

También en el Templo se acercaron a élalgunos ciegos y cojos, y los curó. Mas los sumos sacerdotes y los escribas, al ver los milagros que había hecho y a los niños que gritaban en el Templo: «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron y le dijeron: «¿Oyes lo que dicen éstos?» «Sí - les dice Jesús -

¿No habéis leído nunca que De la boca de los niños y de los que aún maman te preparaste alabanza?»

Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, donde pasó la noche.

¿Qué hizo Jesús el martes de la Semana Santa?

San Juan 12,20-38 nos relata lo que hizo Jesús el martes antes de Su Pasión:

Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les respondió: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.

Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! Padre, glorifica tu Nombre.» Vino entonces una voz del cielo: «Le he glorificado y de nuevo le glorificaré.» La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel.» Jesús respondió: «No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros. Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí.» Decía esto para significar de qué muerte iba a morir. La gente le respondió: «Nosotros sabemos por la Ley que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo dices tú que es preciso que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre?» Jesús les dijo: «Todavía, por un poco de tiempo, está la luz entre vosotros. Caminad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas; el que camina en tinieblas, no sabe a dónde va. Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz.»

Dicho esto, se marchó Jesús y se ocultó de ellos. Aunque había realizado tan grandes señales delante de ellos, no creían en él; para que se cumpliera el oráculo pronunciado por el profeta Isaías:

“Señor, ¿quién dio crédito a nuestras palabras? 
Y el brazo del Señor, ¿a quién se le reveló?”

¿Qué hizo Jesús el miércoles de la Semana Santa?

Es el día en que Judas traiciona a Jesús por treinta monedas de plata. El relato de Lucas (22,1-6) nos lo cuenta:

Se acercaba la fiesta de los Ázimos, llamada Pascua. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo hacerle desaparecer, pues temían al pueblo. Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los Doce; y se fue a tratar con los sumos sacerdotes y los jefes de la guardia del modo de entregárselo. Ellos se alegraron y quedaron con él en darle dinero. El aceptó y andaba buscando una oportunidad para entregarle sin que la gente lo advirtiera.

¿Qué pasó en la Última Cena?

El relato de lo que pasó en la Última Cena el Jueves Santo puede leerse en Marcos 14,12-25.

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?» Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre, decid al dueño de la casa: “El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?” Él os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros.» Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua.

Y al atardecer, llega él con los Doce. Y mientras comían recostados, Jesús dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo.» Ellos empezaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: «¿Acaso soy yo?» Él les dijo: «Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo plato. Porque el Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!»

Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.»

¿Por qué en inglés también recibe el nombre de “Maundy Thursday”?

“Maundy” viene de la palabra Latina “mandatum” (mandato o mandamiento). En la Última Cena, Jesús dio este mandamiento a sus discípulos: “Os doy un mandamiento Nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado así os améis también vosotros los unos a los otros” (Jn 13,34).

¿Por qué se lava los pies a algunas personas durante la Misa del Jueves Santo?

Se lo hace para imitar a Jesús, que lavó los pies a sus discípulos en la Última Cena, ilustrando con su acción la naturaleza cristiana de la autoridad como servicio.

En Juan 12,1-17, leemos el relato:

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido. Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?» Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.» Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.» Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.» Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.» Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos.»

Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. «En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. «Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís».

“El lavatorio de los pies y el sacramento de la Eucaristía son dos expresiones de uno y el mismo misterio de amor encomendado a los discípulos, del que Jesús dice ‘porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros’ (Jn 13,15).” – San Juan Pablo II

¿Qué le pasó a Jesús en el Huerto de Getsemaní?

Marcos nos cuenta lo que sucedió en el Huerto de Getsemaní en su evangelio, en el capítulo 14, versículos del 32 al 52.

Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí, mientras yo hago oración.» Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad.» Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora. Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú.» Viene entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón, ¿duermes?, ¿ni una hora has podido velar? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.» Y alejándose de nuevo, oró diciendo las mismas palabras. Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados; ellos no sabían qué contestarle. Viene por tercera vez y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Basta ya. Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos! ¡vámonos! Mirad, el que me va a entregar está cerca.»

Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. El que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es, prendedle y llevadle con cautela.» Nada más llegar, se acerca a él y le dice: «Rabbí», y le dio un beso. Ellos le echaron mano y le prendieron. Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó la oreja. Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Cómo contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos? Todos los días estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y no me detuvisteis. Pero es para que se cumplan las Escrituras.» Y abandonándole huyeron todos.

Un joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen. Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo.

¿Qué pasó en el juicio ante el Sanedrín?

En Marcos 14,53-65 encontramos el relato:

Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y se reúnen todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas. También Pedro le siguió de lejos, hasta dentro del palacio del Sumo Sacerdote, y estaba sentado con los criados, calentándose al fuego. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte; pero no lo encontraban. Pues muchos daban falso testimonio contra él, pero los testimonios no coincidían. Algunos, levantándose, dieron contra él este falso testimonio: «Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres.» Y tampoco en este caso coincidía su testimonio. Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y poniéndose en medio, preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?» Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.» El Sumo Sacerdote se rasga las túnicas y dice: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece?» Todos juzgaron que era reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle, le cubrían la cara y le daban bofetadas, mientras le decían: «Adivina», y los criados le recibieron a golpes.

¿Qué dijo Jesús a Pedro antes de morir?

Jesús predijo la traición de Pedro. En Marcos 14,26-31 leemos la conversación entre ellos:

Y cantado los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos. Jesús les dice: «Todos os vais a escandalizar, ya que está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Pero después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea.» Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo no.» Jesús le dice: «Yo te aseguro: hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres.» Pero él insistía: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré.» Lo mismo decían también todos.

¿Dónde se puede leer la historia de la traición de San Pedro?

San Marcos 14,66-72 leemos la historia de la traición de Pedro.

Estando Pedro abajo en el patio, llega una de las criadas del Sumo Sacerdote y al ver a Pedro calentándose, le mira atentamente y le dice: «También tú estabas con Jesús de Nazaret.» Pero él lo negó: «Ni sé ni entiendo qué dices», y salió afuera, al portal, y cantó un gallo. Le vio la criada y otra vez se puso a decir a los que estaban allí: «Este es uno de ellos.» Pero él lo negaba de nuevo. Poco después, los que estaban allí volvieron a decir a Pedro: «Ciertamente eres de ellos pues además eres galileo.» Pero él, se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre de quien habláis!» Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.» Y rompió a llorar.

¿Qué pasó con Pedro después de que negó a Jesús?

San Pedro “rompió a llorar amargamente” (Mt 26,75) cuando se dio cuenta de lo que había hecho. Después de la resurrección, cuando se apareció a los Apóstoles en Galilea, el Señor reafirmó su perdón a Pedro al ratificarle el papel como guía y cuidador de su rebaño; también le informó sobre cómo iba a morir (Jn 21,15-19). Pedro murió en el Circo de Nerón en la Colina Vaticana alrededor del año 66, crucificado cabeza abajo, como una burla a la crucifixión de Cristo.

“Ni en la Cruz se escondió de la vista; sino que hizo que toda la creación fuera testigo de la presencia de su creador. Entonces, dejando claro que había muerto realmente, no permitió que el templo de su cuerpo se quedara tanto, resucitándolo en el tercer día, impasible e incorrupto, el voto y prueba de su victoria.” – San Atanasio de Alejandría

¿Qué relata la Biblia sobre lo que pasó el Viernes Santo?

El Viernes Santo, Jesús fue flagelado, sentenciado a muerte por Poncio Pilato, obligado a llevar su propia Cruz al Calvario y finalmente, fue crucificado.

El relato de San Marcos se ofrece en el capítulo 15, versículos del 1 al 47.

Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato. Pilato le preguntaba: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.» Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas. Pilato volvió a preguntarle: «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.» Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba sorprendido.

Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran. Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato. Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder. Pilato les contestó: «¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?» (Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.) Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a Barrabás. Pero Pilato les decía otra vez: «Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el Rey de los judíos?» La gente volvió a gritar: «¡Crucifícale!» Pilato les decía: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaron con más fuerza: «Crucifícale!» Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.

Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte. Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen. Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!» Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacaron afuera para crucificarle.

Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario. Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó. Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando le crucificaron. Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos.» Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda. Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días, ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!» Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.» También le injuriaban los que con él estaban crucificados.

Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», - que quiere decir - «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a Elías.» Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle.» Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró. Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo. Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.»

Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé, que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.

Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. Se extrañó Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo. Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José, quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de Joset se fijaban dónde era puesto.

“A menos que haya un Viernes Santo en tu vida, no habrá un Domingo de Pascua.” – Venerable Fulton Sheen

¿Por qué se llama Viernes Santo al viernes de la Semana Santa?

Se lo llama “santo” porque a través de la espantosa Pasión y Muerte, el Señor trajo la redención a la humanidad y la posibilidad de llegar a la vida eterna –la santidad, el mayor de los bienes- junto a la Santísima Trinidad.

¿En qué momento del Viernes Santo murió Jesús?

Murió a la “hora nona”, que equivale a las 3 de la tarde, según se mide el tiempo. En la devoción de la Divina Misericordia dada por el Señor a Santa Faustina, se la llama la hora de la misericordia.

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¿Qué edad tenía Jesús cuando murió?

Nadie sabe su edad exacta cuando murió en la cruz, pero se cree que tenia unos 33 años. Lucas nos dice que alrededor de los 30 años comenzó su ministerio público (Lc 3,23), que duró tres años.

¿Qué deberíamos ver el Viernes Santo?

En el siguiente enlace puede verse un detalle de la programación que ofrecerá EWTN el Viernes Santo.

PROGRAMACIÓN

¿Qué cosas no deberían hacerse el Viernes Santo?

El Viernes Santo no es día de precepto, pero sí es un día de ayuno y abstinencia, como el Miércoles de Ceniza.

La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos ha impartido la siguiente instrucción:

Para los miembros de la Iglesia Católica Latina, las normas de ayuno son obligatorias entre los 18 años y los 59 años. Cuando ayuna, una persona tiene permitido comer una sola comida completa y otras dos comidas que juntas no sumen la cantidad de una comida completa. Las normas que rigen la abstinencia de carne obligan a los católicos de rito latino a partir de los 14 años.

Los miembros de las Iglesias católicas orientales deben obedecer la ley particular sui iuris de su Iglesia.

Se recomienda fervientemente a los fieles participar de la Liturgia del Viernes Santo, para meditar y adentrarse en la Pasión de Jesús. Muchas parroquias ofrecen el rezo del Vía Crucis en comunidad y algunas, también la meditación de las “siete palabras”. Además, es un buen día para rezar los misterios dolorosos del Santo Rosario, la coronilla de la Divina Misericordia y para empezar la Novena de la Divina Misericordia.

NOVENA A LA DIVINA MISERICORDIA

“Cuando contemplamos los sufrimientos de Jesús, Él nos concede, de acuerdo a la medida de nuestra fe, la gracia de practicar las virtudes reveladas por Él durante esas horas sagradas de su suplicio.” – Santa Angela Merici

¿Quién crucificó a Jesús?

El Catecismo de la Iglesia Católica en su párrafo 597, nos indica:

Teniendo en cuenta la complejidad histórica manifestada en las narraciones evangélicas sobre el proceso de Jesús y sea cual sea el pecado personal de los protagonistas del proceso (Judas, el Sanedrín, Pilato), lo cual solo Dios conoce, no se puede atribuir la responsabilidad del proceso al conjunto de los judíos de Jerusalén, a pesar de los gritos de una muchedumbre manipulada y de las acusaciones colectivas contenidas en las exhortaciones a la conversión después de Pentecostés. El mismo Jesús perdonando en la Cruz y Pedro siguiendo su ejemplo apelan a "la ignorancia" de los judíos de Jerusalén e incluso de sus jefes. Menos todavía se podría ampliar esta responsabilidad a los restantes judíos en el tiempo y en el espacio, apoyándose en el grito del pueblo: "¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!", que equivale a una fórmula de ratificación:

… «Lo que se perpetró en su pasión no puede ser imputado indistintamente a todos los judíos que vivían entonces ni a los judíos de hoy [...] No se ha de señalar a los judíos como reprobados por Dios y malditos como si tal cosa se dedujera de la sagrada Escritura».

En los números 599 y 600, el Catecismo afirma:

La muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica san Pedro a los judíos de Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés: "Fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios". Este lenguaje bíblico no significa que los que han "entregado a Jesús" (Hch 3, 13) fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano por Dios.

Para Dios todos los momentos del tiempo están presentes en su actualidad. Por tanto establece su designio eterno de "predestinación" incluyendo en él la respuesta libre de cada hombre a su gracia: "Sí, verdaderamente, se han reunido en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús, que tú has ungido, Herodes y Poncio Pilato con las naciones gentiles y los pueblos de Israel, de tal suerte que ellos han cumplido todo lo que, en tu poder y tu sabiduría, habías predestinado". Dios ha permitido los actos nacidos de su ceguera para realizar su designio de salvación.

“Si mi muerte no los ha convencido de Mi Amor por ustedes, ¿qué los convencerá?” - Jesús a Santa Faustina

¿Qué dijo Jesús en la cruz antes de morir?

Conocidas como las “siete palabras”, estas frases son las que, según los Evangelios, dijo el Señor en su Crucifixión.

  1. Lucas 23,34: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.”
  2. Lucas 23,43: “Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.”
  3. Juan 19,26–27: (A la Santísima Virgen) “Mujer, ahí tienes a tu hijo.”(Luego, a San Juan) “Ahí tienes a tu madre.”
  4. Mateo 27,46 (y Marcos 15,34): “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”
  5. Juan 19,28: “Tengo sed.”
  6. Juan 19,30: “Todo está cumplido.”
  7. Lucas 23,46: “Padre, en tus manos pongo mi espíritu.”
¿Dónde se conserva la cruz original de Jesús?

Aunque la mayoría de los fragmentos de la Cruz se encuentran en Roma en la Iglesia de la Santa Cruz en Jerusalén, a lo largo de los siglos, se han repartido muchos fragmentos como reliquias santas.

¿Todavía existe la Corona de espinas?

Hay reliquias de la Corona en varios lugares, incluida Roma. La más conocida es la que está en la Catedral de Notre Dame en París, Francia. En el incendio ocurrido en el año 2019, que casi destruyó Notre Dame, logró ser recuperada antes de que colapsara el techo. Aquí, un video de la veneración de la Corona de espinas en la Catedral de Notre Dame:

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“Como se sabe, Pilatos aplicó la ley de Roma, que establecía que todo el que iba a ser crucificado debía ser azotado antes. Así, Jesús fue entregado a los soldados para ser azotado; y ellos arrancaron a latigazos ese cuerpo santísimo y seno de Dios.” - San Jerónimo

¿Dónde está enterrado Jesús ahora?

Jesús resucitó y Su Cuerpo está en el Cielo.

¿Qué significa la Pasión de Jesús?

Es el mayor acto de amor de la historia de la humanidad. Jesús se sacrificó por cada uno de nosotros. En Romanos 5,8, leemos: “… la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros”.

¿Cuál fue el motivo de la Pasión de Jesús?

El Catecismo de la Iglesia Católica, en sus números 613 y 614, expresa:

La muerte de Cristo es a la vez el sacrificio pascual que lleva a cabo la redención definitiva de los hombres por medio del "Cordero que quita el pecado del mundo" y el sacrificio de la Nueva Alianza que devuelve al hombre a la comunión con Dios reconciliándole con Él por "la sangre derramada por muchos para remisión de los pecados.

Este sacrificio de Cristo es único, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios. Ante todo, es un don del mismo Dios Padre: es el Padre quien entrega al Hijo para reconciliarnos consigo. Al mismo tiempo es ofrenda del Hijo de Dios hecho hombre que, libremente y por amor, ofrece su vida a su Padre por medio del Espíritu Santo, para reparar nuestra desobediencia.

¿Qué hacía Jesús el Sábado Santo?

Durante la visita pastoral a Turín el 2 de mayo de 2010, el Papa Benedicto XVI afirmó en una meditación:

El Sábado Santo es el día del ocultamiento de Dios, como se lee en una antigua homilía: «¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad, porque el Rey duerme (...). Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción a los infiernos» (Homilía sobre el Sábado Santo: PG 43, 439). En el Credo profesamos que Jesucristo «padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos».

En otro pasaje de la misma meditación mientras veneraba la Sábana Santa, el Papa Benedicto XVI expresó:

El Sábado Santo es la «tierra de nadie» entre la muerte y la resurrección, pero en esta «tierra de nadie» ha entrado Uno, el Único que la ha recorrido con los signos de su Pasión por el hombre: «Passio Christi. Passio hominis». Y la Sábana Santa nos habla exactamente de ese momento, es testigo precisamente de ese intervalo único e irrepetible en la historia de la humanidad y del universo, en el que Dios, en Jesucristo, compartió no sólo nuestro morir, sino también nuestra permanencia en la muerte. La solidaridad más radical.

En ese «tiempo más allá del tiempo», Jesucristo «descendió a los infiernos». ¿Qué significa esta expresión? Quiere decir que Dios, hecho hombre, llegó hasta el punto de entrar en la soledad máxima y absoluta del hombre, a donde no llega ningún rayo de amor, donde reina el abandono total sin ninguna palabra de consuelo: «los infiernos». Jesucristo, permaneciendo en la muerte, cruzó la puerta de esta soledad última para guiarnos también a nosotros a atravesarla con él.

¿Qué hacen los católicos el Sábado Santo?

El Sábado Santo es un día de oración, de rememorar los sufrimientos de Cristo, y de sentir el vacío que sin duda sintieron los Apóstoles y los discípulos con Jesús en la tumba. Como el Santísimo Sacramento se reserva en un lugar aparte luego de la Misa de la Última Cena el Jueves Santo, el tabernáculo principal de las iglesias queda vacío, con la puerta abierta y desnudos, al igual que el altar, de todo mantel o decoración. Muchos católicos aprovechan este tiempo para orar frente al tabernáculo vacío, dejándose experimentar la ausencia de Cristo y agradecidos por Su Presencia el resto del año.

Esa noche del Sábado Santo termina con la Misa de la Vigilia Pascual, cuando se celebra la Resurrección; y quienes han estado preparándose y estudiando para abrazar la fe, entran en la Iglesia por el Bautismo.

¿El Sábado Santo es día de abstinencia?

Es un día de duelo por la Iglesia; el clima de ese día es sombrío y de recogimiento. Si bien no es obligatorio, de ser posible, se sugiere mantener el ayuno y la abstinencia que se practica el Viernes Santo y continuarlo el Sábado Santo (Papa Pablo VI).