Misa Diaria y Lecturas
¿No puede asistir a la Santa Misa? EWTN le ofrece las lecturas del día para permitirle seguir la Misa diaria en su transmisión por televisión. Las lecturas también son ideales para hallar tiempo durante el día para la reflexión espiritual. Escuche, vea o lea desde la comodidad de su hogar. Esta página incluye las lecturas del día y videos en línea, un recurso para todo el que desee vivir la vida de fe que agrada a nuestro Señor.
Domingo 19 de marzo de 2023
* Escoja la fecha en el calendario para ver las lecturas | Acceso al calendario para personas invidentes
El video para esta fecha no está disponible; si es una fecha reciente, favor de intentar más tarde. Ver el video más reciente
También puede ver la Santa Misa diaria desde Madrid, España,
cortesía de Magnificat.tv
SIGUE LA MISA DIARIA
¡Recibe el eBook de la Guía para la Misa Global Televisada por correo electrónico y celebra la belleza universal de la Misa!
Con textos en español y latín, la Guía para la Misa Global Televisada te guía a lo largo de la Misa diaria que ofrecemos en EWTN.
El Padre Joseph Mary Wolfe dice: «Hemos integrado este pequeño cuadernillo para ti, para ayudarte a unirte a la Iglesia Universal en todo el mundo a cantar las alabanzas del Señor mientras rezamos y cantamos juntos, unidos en el Sagrado Sacrificio de la Misa por EWTN».

IV Domingo de Cuaresma
Total Consecration – Day 28; Creed
Primera Lectura
1 Samuel 16:1, 6-7, 10-13
1Dijo el Señor a Samuel:
—¿Hasta cuándo vas a llorar por Saúl, si yo le he rechazado ya como rey de Israel? Llena el cuerno de aceite y ven, que voy a enviarte a Jesé de Belén, porque he elegido entre sus hijos un rey para mí.
—¿Hasta cuándo vas a llorar por Saúl, si yo le he rechazado ya como rey de Israel? Llena el cuerno de aceite y ven, que voy a enviarte a Jesé de Belén, porque he elegido entre sus hijos un rey para mí.
6Cuando entraron, Samuel vio a Eliab y se dijo: «Seguramente está ante el Señor su ungido».
7Pero el Señor dijo a Samuel:
—No te fijes en su apariencia, ni en su gran estatura, pues lo he descartado. La mirada de Dios no es como la del hombre. El hombre mira las apariencias pero el Señor mira el corazón.
—No te fijes en su apariencia, ni en su gran estatura, pues lo he descartado. La mirada de Dios no es como la del hombre. El hombre mira las apariencias pero el Señor mira el corazón.
10Fue llevando Jesé a sus siete hijos, pero Samuel dijo lo mismo:
—No ha elegido el Señor a ninguno de éstos.
—No ha elegido el Señor a ninguno de éstos.
11Samuel dijo entonces a Jesé:
—¿No te quedan más hijos? Él respondió: —Todavía queda el más pequeño, que está apacentando el rebaño. Samuel dijo a Jesé: —Manda que lo traigan, pues no nos sentaremos hasta que haya llegado.
—¿No te quedan más hijos? Él respondió: —Todavía queda el más pequeño, que está apacentando el rebaño. Samuel dijo a Jesé: —Manda que lo traigan, pues no nos sentaremos hasta que haya llegado.
12Jesé mandó que lo trajeran. Era rubio, de ojos hermosos y de buena presencia.
El Señor dijo a Samuel: —Levántate y úngelo. Él es.
El Señor dijo a Samuel: —Levántate y úngelo. Él es.
13Tomó, pues, Samuel el cuerno de aceite y lo ungió entre sus hermanos. El espíritu del Señor invadió a David desde aquel día. Samuel se levantó y partió hacia Ramá.
Salmo Responsorial
Salmo 23:1-6
1Salmo. De David.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
2En verdes prados me hace reposar;
hacia aguas tranquilas me guía;
hacia aguas tranquilas me guía;
3reconforta mi alma,
me conduce por sendas rectas por honor de su Nombre.
me conduce por sendas rectas por honor de su Nombre.
4Aunque camine por valles oscuros,
no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
5Preparas una mesa para mí
frente a mis adversarios. Unges con óleo mi cabeza, mi copa rebosa.
frente a mis adversarios. Unges con óleo mi cabeza, mi copa rebosa.
6Tu bondad y misericordia me acompañan
todos los días de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por dilatados días.
todos los días de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por dilatados días.
Segunda Lectura
Efesios 5:8-14
8En otro tiempo erais tinieblas, ahora en cambio sois luz en el Señor: caminad como hijos de la luz,
9porque el fruto de la luz se manifiesta en toda bondad, justicia y verdad.
10Sabiendo discernir lo que es agradable al Señor,
11no participéis en las obras estériles de las tinieblas, antes bien combatidlas,
12pues lo que éstos hacen a escondidas da vergüenza hasta el decirlo.
13Todas esas cosas, al ser puestas en evidencia por la luz, quedan a la vista, pues todo lo que se ve es luz.
14Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, álzate de entre los muertos, y Cristo te iluminará».
Evangelio
Primera Opción
Segunda Opción
Juan 9:1-41
1Y al pasar vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento.
2Y le preguntaron sus discípulos:
—Rabbí, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?
—Rabbí, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?
3Respondió Jesús:
—Ni pecó éste ni sus padres, sino que eso ha ocurrido para que las obras de Dios se manifiesten en él.
—Ni pecó éste ni sus padres, sino que eso ha ocurrido para que las obras de Dios se manifiesten en él.
4Es necesario que nosotros hagamos las obras del que me ha enviado mientras es de día, porque llega la noche cuando nadie puede trabajar.
5Mientras estoy en el mundo soy luz del mundo.
6Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, lo aplicó en sus ojos
7y le dijo:
—Anda, lávate en la piscina de Siloé —que significa: «Enviado». Entonces fue, se lavó y volvió con vista.
—Anda, lávate en la piscina de Siloé —que significa: «Enviado». Entonces fue, se lavó y volvió con vista.
8Los vecinos y los que le habían visto antes, cuando era mendigo, decían:
—¿No es éste el que estaba sentado y pedía limosna?
—¿No es éste el que estaba sentado y pedía limosna?
9Unos decían:
—Sí, es él. Otros en cambio: —De ningún modo, sino que se le parece. Él decía: —Soy yo.
—Sí, es él. Otros en cambio: —De ningún modo, sino que se le parece. Él decía: —Soy yo.
10Y le preguntaban:
—¿Cómo se te abrieron los ojos?
—¿Cómo se te abrieron los ojos?
11Él respondió:
—Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: «Vete a Siloé y lávate». Así que fui, me lavé y comencé a ver.
—Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: «Vete a Siloé y lávate». Así que fui, me lavé y comencé a ver.
12Le dijeron:
—¿Dónde está ése? Él respondió: —No lo sé.
—¿Dónde está ése? Él respondió: —No lo sé.
13Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego.
14El día en que Jesús hizo el lodo y le abrió los ojos era sábado.
15Y los fariseos empezaron otra vez a preguntarle cómo había comenzado a ver. Él les respondió:
—Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo.
—Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo.
16Entonces algunos de los fariseos decían:
—Ese hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado. Pero otros decían: —¿Cómo es que un hombre pecador puede hacer semejantes prodigios? Y había división entre ellos.
—Ese hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado. Pero otros decían: —¿Cómo es que un hombre pecador puede hacer semejantes prodigios? Y había división entre ellos.
17Le dijeron, pues, otra vez al ciego:
—¿Tú qué dices de él, puesto que te ha abierto los ojos? —Que es un profeta —respondió.
—¿Tú qué dices de él, puesto que te ha abierto los ojos? —Que es un profeta —respondió.
18No creyeron los judíos que aquel hombre habiendo sido ciego hubiera llegado a ver, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista,
19y les preguntaron:
—¿Es éste vuestro hijo que decís que nació ciego? ¿Entonces cómo es que ahora ve?
—¿Es éste vuestro hijo que decís que nació ciego? ¿Entonces cómo es que ahora ve?
20Respondieron sus padres:
—Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego.
—Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego.
21Lo que no sabemos es cómo es que ahora ve. Tampoco sabemos quién le abrió los ojos. Preguntádselo a él, que edad tiene. Él podrá decir de sí mismo.
22Sus padres dijeron esto porque tenían miedo de los judíos, pues ya habían acordado que si alguien confesaba que él era el Cristo fuese expulsado de la sinagoga.
23Por eso sus padres dijeron: «Edad tiene, preguntádselo a él».
24Y llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron:
—Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.
—Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.
25Él les contestó:
—Yo no sé si es un pecador. Sólo sé una cosa: que yo era ciego y que ahora veo.
—Yo no sé si es un pecador. Sólo sé una cosa: que yo era ciego y que ahora veo.
26Entonces le dijeron:
—¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?
—¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?
27—Ya os lo dije y no lo escuchasteis —les respondió—. ¿Por qué lo queréis oír de nuevo? ¿Es que también vosotros queréis haceros discípulos suyos?
28Ellos le insultaron y dijeron:
—Discípulo suyo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés.
—Discípulo suyo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés.
29Sabemos que Dios habló a Moisés, pero ése no sabemos de dónde es.
30Aquel hombre les respondió:
—Esto es precisamente lo asombroso: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto los ojos.
—Esto es precisamente lo asombroso: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto los ojos.
31Sabemos que Dios no escucha a los pecadores. En cambio, si uno honra a Dios y hace su voluntad, a ése le escucha.
32Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento.
33Si éste no fuera de Dios no hubiese podido hacer nada.
34Ellos le replicaron:
—Has nacido en pecado y ¿nos vas a enseñar tú a nosotros? Y le echaron fuera.
—Has nacido en pecado y ¿nos vas a enseñar tú a nosotros? Y le echaron fuera.
35Oyó Jesús que le habían echado fuera, y cuando se encontró con él le dijo:
—¿Crees tú en el Hijo del Hombre?
—¿Crees tú en el Hijo del Hombre?
36—¿Y quién es, Señor, para que crea en él? —respondió.
37Le dijo Jesús:
—Si lo has visto: el que está hablando contigo, ése es.
—Si lo has visto: el que está hablando contigo, ése es.
38Y él exclamó:
—Creo, Señor —y se postró ante él.
—Creo, Señor —y se postró ante él.
39Dijo Jesús:
—Yo he venido a este mundo para un juicio, para que los que no ven vean, y los que ven se vuelvan ciegos.
—Yo he venido a este mundo para un juicio, para que los que no ven vean, y los que ven se vuelvan ciegos.
40Algunos de los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron:
—¿Es que nosotros también somos ciegos?
—¿Es que nosotros también somos ciegos?
41Les dijo Jesús:
—Si fuerais ciegos no tendríais pecado, pero ahora decís: «Nosotros vemos»; por eso vuestro pecado permanece.
—Si fuerais ciegos no tendríais pecado, pero ahora decís: «Nosotros vemos»; por eso vuestro pecado permanece.
Juan 9:1, 6-9, 13-17, 34-38
1Y al pasar vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento.
6Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, lo aplicó en sus ojos
7y le dijo:
—Anda, lávate en la piscina de Siloé —que significa: «Enviado». Entonces fue, se lavó y volvió con vista.
—Anda, lávate en la piscina de Siloé —que significa: «Enviado». Entonces fue, se lavó y volvió con vista.
8Los vecinos y los que le habían visto antes, cuando era mendigo, decían:
—¿No es éste el que estaba sentado y pedía limosna?
—¿No es éste el que estaba sentado y pedía limosna?
9Unos decían:
—Sí, es él. Otros en cambio: —De ningún modo, sino que se le parece. Él decía: —Soy yo.
—Sí, es él. Otros en cambio: —De ningún modo, sino que se le parece. Él decía: —Soy yo.
13Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego.
14El día en que Jesús hizo el lodo y le abrió los ojos era sábado.
15Y los fariseos empezaron otra vez a preguntarle cómo había comenzado a ver. Él les respondió:
—Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo.
—Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo.
16Entonces algunos de los fariseos decían:
—Ese hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado. Pero otros decían: —¿Cómo es que un hombre pecador puede hacer semejantes prodigios? Y había división entre ellos.
—Ese hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado. Pero otros decían: —¿Cómo es que un hombre pecador puede hacer semejantes prodigios? Y había división entre ellos.
17Le dijeron, pues, otra vez al ciego:
—¿Tú qué dices de él, puesto que te ha abierto los ojos? —Que es un profeta —respondió.
—¿Tú qué dices de él, puesto que te ha abierto los ojos? —Que es un profeta —respondió.
34Ellos le replicaron:
—Has nacido en pecado y ¿nos vas a enseñar tú a nosotros? Y le echaron fuera.
—Has nacido en pecado y ¿nos vas a enseñar tú a nosotros? Y le echaron fuera.
35Oyó Jesús que le habían echado fuera, y cuando se encontró con él le dijo:
—¿Crees tú en el Hijo del Hombre?
—¿Crees tú en el Hijo del Hombre?
36—¿Y quién es, Señor, para que crea en él? —respondió.
37Le dijo Jesús:
—Si lo has visto: el que está hablando contigo, ése es.
—Si lo has visto: el que está hablando contigo, ése es.
38Y él exclamó:
—Creo, Señor —y se postró ante él.
—Creo, Señor —y se postró ante él.