Misa Diaria y Lecturas
¿No puede asistir a la Santa Misa? EWTN le ofrece las lecturas del día para permitirle seguir la Misa diaria en su transmisión por televisión. Las lecturas también son ideales para hallar tiempo durante el día para la reflexión espiritual. Escuche, vea o lea desde la comodidad de su hogar. Esta página incluye las lecturas del día y videos en línea, un recurso para todo el que desee vivir la vida de fe que agrada a nuestro Señor.
Domingo 15 de septiembre de 2024
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El Padre Joseph Mary Wolfe dice: «Hemos integrado este pequeño cuadernillo para ti, para ayudarte a unirte a la Iglesia Universal en todo el mundo a cantar las alabanzas del Señor mientras rezamos y cantamos juntos, unidos en el Sagrado Sacrificio de la Misa por EWTN».

XXIV Domingo Ordinario
Gloria – Creed
Primera Lectura
Isaías 50:5-9
5El Señor Dios me ha abierto el oído,
yo no me he rebelado, no me he echado atrás.
yo no me he rebelado, no me he echado atrás.
6He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban,
y mis mejillas a quienes me arrancaban la barba. No he ocultado mi rostro a las afrentas y salivazos.
y mis mejillas a quienes me arrancaban la barba. No he ocultado mi rostro a las afrentas y salivazos.
7El Señor Dios me sostiene,
por eso no me siento avergonzado; por eso he endurecido mi rostro como el pedernal y sé que no quedaré avergonzado.
por eso no me siento avergonzado; por eso he endurecido mi rostro como el pedernal y sé que no quedaré avergonzado.
8Cerca está el que me justifica,
¿quién litigará conmigo? Comparezcamos juntos. ¿Quién es mi adversario? Que se acerque a mí.
¿quién litigará conmigo? Comparezcamos juntos. ¿Quién es mi adversario? Que se acerque a mí.
9Mirad: el Señor Dios me sostiene,
¿quién podrá condenarme? Todos ellos se gastarán como un vestido, la polilla los devorará.
¿quién podrá condenarme? Todos ellos se gastarán como un vestido, la polilla los devorará.
Salmo Responsorial
Salmo 116:1-6, 8-9
1¡Aleluya!
Yo amo al Señor, porque escucha la voz de mi súplica;
Yo amo al Señor, porque escucha la voz de mi súplica;
2porque inclinó su oído hacia mí
los días que le invoqué.
los días que le invoqué.
3Me apretaban lazos de muerte,
me apretaban las angosturas del sheol, me encontraba entre angustias y dolores.
me apretaban las angosturas del sheol, me encontraba entre angustias y dolores.
4Pero invoqué el Nombre del Señor:
«¡Te lo suplico, Señor, salva mi alma!».
«¡Te lo suplico, Señor, salva mi alma!».
5El Señor es clemente y justo,
nuestro Dios es compasivo.
nuestro Dios es compasivo.
6El Señor guarda a los sencillos:
estaba yo hundido y me salvó.
estaba yo hundido y me salvó.
8pues ha rescatado mi alma de la muerte,
mis ojos, de las lágrimas, mis pies, de la caída.
mis ojos, de las lágrimas, mis pies, de la caída.
9Caminaré en la presencia del Señor
en la tierra de los vivos.
en la tierra de los vivos.
Segunda Lectura
Santiago 2:14-18
14¿De qué sirve, hermanos míos, que uno diga tener fe, si no tiene obras? ¿Acaso la fe podrá salvarle?
15Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento cotidiano,
16y alguno de vosotros les dice: «Id en paz, calentaos y saciaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?
17Así también la fe, si no va acompañada de obras, está realmente muerta.
18Pero alguno podrá decir: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo por mis obras te mostraré la fe.
Evangelio
Marcos 8:27-35
27Salió Jesús con sus discípulos hacia las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino se puso a preguntar a sus discípulos:
—¿Quién dicen los hombres que soy yo?
—¿Quién dicen los hombres que soy yo?
28Ellos le contestaron:
—Juan el Bautista, y otros que Elías; pero otros que uno de los profetas.
—Juan el Bautista, y otros que Elías; pero otros que uno de los profetas.
29Entonces él les pregunta:
—Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Le responde Pedro: —Tú eres el Cristo.
—Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Le responde Pedro: —Tú eres el Cristo.
30Y les ordenó que no hablasen a nadie sobre esto.
31Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, por los príncipes de los sacerdotes y por los escribas, y ser llevado a la muerte y resucitar después de tres días.
32Hablaba de esto claramente. Pedro, tomándolo aparte, se puso a reprenderle.
33Pero él se volvió y, mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo:
—¡Apártate de mí, Satanás!, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres.
—¡Apártate de mí, Satanás!, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres.
34Y llamando a la muchedumbre junto con sus discípulos, les dijo:
—Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga.
—Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga.
35Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.