A formadores, alumnos y ex alumnos del Pontificio Colegio Norteamericano, 9 enero 2010- Benedicto XVI
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A FORMADORES, ALUMNOS Y EX ALUMNOS
DEL PONTIFICIO COLEGIO NORTEAMERICANO
Aula de las Bendiciones
Sábado 9 de enero de 2010
Eminencias,
queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio:
Me alegra recibir a los ex alumnos del Pontificio Colegio Norteamericano, junto con su rector, la facultad y los estudiantes del seminario en la colina del Janículo y a los estudiantes sacerdotes de la Casa Santa María de la Humildad. Nuestro encuentro tiene lugar al término de las celebraciones del 150° aniversario de la fundación del Colegio por parte de mi predecesor, el beato Pío IX. En esta feliz ocasión me uno de buen grado a vosotros en la acción de gracias al Señor por los numerosos modos en los que el Colegio se ha mantenido fiel a su visión originaria, formando generaciones de dignos predicadores del Evangelio y ministros de los sacramentos, leales al Sucesor de Pedro y comprometidos en la construcción de la Iglesia en Estados Unidos.
Considero apropiado, en este Año sacerdotal, que hayáis vuelto al Colegio y a esta ciudad eterna para dar gracias por la formación académica y espiritual que ha alimentado vuestro ministerio sacerdotal a lo largo de los años. Esta reunión es una oportunidad no sólo para recordar con gratitud el tiempo de vuestros estudios, sino también para reafirmar vuestro afecto filial a la Iglesia de Roma, recordar la labor apostólica de los innumerables ex alumnos que os han precedido y comprometeros de nuevo con los elevados ideales de santidad, fidelidad y celo pastoral que abrazasteis el día de vuestra ordenación. Asimismo, es una ocasión para renovar vuestro amor por el Colegio y vuestra estima por su misión particular en favor de la Iglesia en vuestro país.
Durante mi visita pastoral a Estados Unidos expresé mi convicción de que la Iglesia norteamericana está llamada a cultivar "una "cultura" intelectual que sea auténticamente católica, que confíe en la armonía profunda entre fe y razón, y dispuesta a llevar la riqueza de la fe en contacto con las cuestiones urgentes que conciernen al futuro de la sociedad norteamericana"(Homilía en el Estadio National's Park de Washington: L'Osservatore Romano,edición en lengua española, 25 de abril de 2008, p. 5). Como muy bien había previsto el beato Pío ix, el Pontificio Colegio Norteamericano en Roma está especialmente preparado para contribuir a afrontar este perenne desafío. En los ciento cincuenta años transcurridos desde su fundación, el Colegio ha ofrecido a sus estudiantes una experiencia excepcional de la universalidad de la Iglesia, de la amplitud de su tradición intelectual y espiritual, y de la urgencia de su mandato de llevar la verdad salvadora de Cristo a los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares. Espero que, poniendo de relieve estos rasgos distintivos de una educación romana en cada aspecto de su programa de formación, el Colegio siga preparando pastores sabios y generosos, capaces de transmitir la fe católica en su integridad, llevando la infinita misericordia de Cristo a los débiles y los extraviados, y permitiendo a los católicos estadounidenses ser levadura del Evangelio en la vida social, política y cultural de su nación.
Queridos hermanos, pido que en estos días seáis renovados en el don del Espíritu Santo que recibisteis el día de vuestra ordenación. En la capilla del Colegio, dedicada a la santísima Virgen María bajo el título de Inmaculada Concepción, Nuestra Señora está representada en compañía de cuatro excepcionales modelos y patronos de la vida y el ministerio sacerdotales: san Gregorio Magno, san Pío X, san Juan María Vianney y san Vicente de Paúl. Que durante este Año sacerdotal estos grandes santos sigan velando por los estudiantes que rezan diariamente entre ellos; que os guíen y sostengan en vuestro ministerio e intercedan por los sacerdotes de Estados Unidos. Con mis mejores deseos de fecundidad espiritual en el futuro, y con gran afecto en el Señor, os imparto mi bendición apostólica, que con gusto extiendo a todos los alumnos y amigos del Pontificio Colegio Norteamericano.
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