Alocución del Papa Benedicto XVI al Cardenal Gabriel Zubeir Wako, Arzobispo de Jartum (Sudán), 28 de noviembre de 2005
ALOCUCIÓN DEL PAPA BENEDICTO XVI
AL CARDENAL GABRIEL ZUBEIR WAKO,
ARZOBISPO DE JARTUM (SUDÁN)
Lunes 28 de noviembre de 2005
Eminencia;
queridos hermanos en el episcopado;
distinguidos visitantes:
Me alegra daros la bienvenida al Vaticano y, a través de vosotros, envío un cordial saludo al pueblo de vuestro país. Aprecio mucho los sentimientos que han impulsado vuestra visita, y deseo aseguraros mis oraciones y mi profunda solicitud por el desarrollo pacífico de la vida civil y eclesial en vuestra nación.
El fin de la guerra civil y la promulgación de una nueva Constitución han dado esperanza al sufrido pueblo de Sudán. Aunque ha habido contratiempos a lo largo del camino de reconciliación, especialmente la trágica muerte de John Garang, ahora existe una oportunidad sin precedentes y la Iglesia tiene el deber de contribuir significativamente al proceso de perdón y reconstrucción nacional. Los católicos, aunque son una minoría, pueden contribuir en gran medida con el diálogo interreligioso y con la prestación de los servicios sociales más necesarios. Por eso, os aliento a emprender las iniciativas necesarias para hacer realidad de esa manera la presencia salvífica de Cristo.
El horror de los hechos acaecidos en Darfur, a los que mi amado predecesor el Papa Juan Pablo II se refirió en muchas ocasiones, subraya la necesidad de una resolución internacional más fuerte para garantizar la seguridad y los derechos humanos fundamentales. Hoy uno mi voz al clamor de los que sufren y os aseguro que la Santa Sede, junto con el nuncio apostólico en Jartum, seguirá haciendo todo lo posible para poner fin al ciclo de violencia y miseria.
Queridos amigos, sobre vosotros y sobre vuestro pueblo invoco las bendiciones de Dios de sabiduría, fortaleza y paz.
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