Regina coeli del domingo 22 de abril de 1990
VIAJE APOSTÓLICO A CHECOSLOVAQUIA
JUAN PABLO II
REGINA CAELI
Santuario de Velehrad
Domingo 22 de abril de 1990
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. A esta hora, en Roma, los peregrinos suelen recogerse ante la basílica de san Pedro, para unirse al Papa en la oración del Ángelus. Hoy el centro de esta reunión espiritual está aquí, en Velehrad, en Moravia.
Nos encontramos en un santuario dedicado a la veneración de la Virgen María Asunta a los cielos, y de los santos Cirilo y Metodio patronos, junto con san Benito, de Europa.
No podía presentarse una ocasión mejor para un anuncio que se refiere íntimamente a este continente, lacerado a lo largo de los siglos por guerras, pero bendecido también por la presencia y la obra de innumerables santos que han esparcido ampliamente en él la semilla del Evangelio. Precisamente aquí, hoy, se manifiestan signos de una nueva bendición, en el esfuerzo duro pero prometedor de transformaciones profundas y vitales.
2. A la luz de esos acontecimientos, desde este lugar, deseo anunciar a la Iglesia mi intención de convocar una Asamblea Especial para Europa del Sínodo de los Obispos, a fin de que mis hermanos en el episcopado, reunidos de una forma tan significativa para la colegialidad y la caridad pastoral, tengan la oportunidad de reflexionar más atentamente sobre el alcance de esta hora histórica para Europa y para la Iglesia.
Los pastores tienen la responsabilidad y el carisma de velar por el tiempo que pasa, para escrutar sus signos y sacar las oportunas consecuencias acerca del camino que se ha de realizar. Como humildes servidores de la Verdad de Dios, que es Señor de la historia, queremos ofrecer nuestros ojos para ver, nuestros oídos para oír y nuestros corazones para amar el sabio plan de su Providencia.
3. Esa Asamblea Especial del Sínodo, convenientemente preparada, deberá tener lugar en una fecha no lejana.
Encomiendo esta iniciativa a la intercesión de los patronos de Europa, Cirilo, Metodio, Benito, y de todos los demás santos ―en primer lugar de san Adalberto― que, en el curso de los siglos, han contribuido a construir la Europa cristiana y católica.
Les pido que pongan este importante acontecimiento a los pies de la Virgen Santísima, que lo encomienden a Ella, como testimonio de una devoción que tiene raíces profundas en toda nación de este continente.
Invoco su materna protección sobre Checoslovaquia, para que pueda gozar de un porvenir libre y feliz, y al mismo tiempo sobre toda Europa, a la que deseo se encuentre unida en el signo victorioso de la cruz y de la resurrección de Cristo Señor.
© Copyright 1990 - Libreria Editrice Vaticana