Ángelus del domingo 1 de febrero de 1987
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 1 de febrero de 1987
1. Tal como se ha anunciado desde hace tiempo, durante el próximo mes de octubre se celebrará la VII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, para estudiar el tema "La vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, veinte años después del Concilio Vaticano II".
Toda Asamblea sinodal reviste gran importancia para la Iglesia; pero el próximo Sínodo adquiere un alcance especial porque tiene como centro mismo de atención el sector más vasto del "Pueblo de Dios", los fieles laicos, hombres y mujeres de cualquier edad y condición, llamados a contribuir, casi desde dentro a modo de fermento, a la santificación del mundo.
2. Aspectos notables relativos a fisonomía y tareas del laicado se han examinado ya, y con cierta amplitud, en las precedentes Asambleas sinodales. Así, el papel específico de los laicos se trató a propósito de la Justicia en el mundo, la Evangelización y la Catequesis; después, el papel de los laicos se vio en el contexto de los grandes temas de la Familia y de la Reconciliación y Penitencia. Al laicado dedicó varias reflexiones el Sínodo Extraordinario de 1985, al confirmar vigorosamente la actualidad del Concilio y la urgencia de aplicarlo cada vez más generosamente. Y en su mensaje de clausura los padres proyectaron las miradas de toda la Iglesia hacia el Sínodo de 1987, haciendo notar que éste "ha de señalar una etapa decisiva para que todos los católicos acojan la gracia del Vaticano II".
3. En la Asamblea del próxima octubre, la amplia temática del laicado se analizará expresamente en su globalidad y en la multiplicidad de sus dimensiones.
Piedra miliar: la enseñanza y las directivas conciliares. Pero será también un punto de referencia la experiencia acumulada en estos dos decenios.
Así, pues, los obispos, como buenos y sabios padres de su familia espiritual, someterán a la reflexión sinodal las adquisiciones, las experiencias, las expectativas, los problemas de los laicos, tal como les resultan de sus directos contactos y de convenientes consultas o encuentros que se están realizando en las distintas Iglesias particulares con miras al próximo Sínodo.
4. Para contribuir a que la Iglesia se sienta profundamente partícipe del acontecimiento que tanto le atañe, espero volver sobre este tema con ocasión de los próximos encuentros dominicales para la oración mariana. Será un itinerario que, sin entrar en la dinámica del Sínodo, permitirá seguir de lejos su preparación mediante reflexiones para las que los documentos conciliares y postconciliares ofrecen abundantes y lúcidas sugerencias.
Invoquemos con confianza a María Santísima, encomendando desde ahora a su Corazón materno esta nueva etapa del camino eclesial.
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