Ángelus del domingo 13 de septiembre de 1981

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 13 de septiembre de 1981

1. Queridos hermanos y hermanas:

El 15 de mayo de este año se cumplieron noventa años de la publicación de la gran Encíclica social que comienza con las palabras "Rerum novarum". En efecto, fue emanada el 15 de mayo de 1891 por el Papa León XIII, que ha quedado en el recuerdo de la Iglesia como el Papa de la cuestión social. De este importante acontecimiento tenía que hablar yo en la audiencia general del 13 de mayo, pero el suceso ocurrido antes de comenzar la audiencia me impidió tomar la palabra sobre este problema. No obstante, el texto se publicó en "L'Osservatore Romano", de modo que las personas presentes en la audiencia del 13 de mayo y también las demás, tuvieron oportunidad de conocerlo.

2. Hoy deseo retornar sobre este tema importante. La primera Encíclica dedicada a la cuestión social tiene siempre una elocuencia propia fundamental, si bien debe releerse continuamente en el contexto siempre nuevo de los tiempos y circunstancias. Encontramos esta actualización de la cuestión social en las Encíclicas y documentos que jalonan la historia de los Pontificados siguientes, como por ejemplo la Encíclica "Quadragesimo anno" de Pío XI, la "Mater et Magistra" de Juan XXIII y la "Populorum progressio"de Pablo VI.

3. Entre los múltiples problemas que constituyen el contenido de la "Rerum novarum" (e igualmente de las sucesivas Encíclicas y documentos de la enseñanza de la Iglesia en el ámbito de la "cuestión social"), es tema particularmente importante y fundamental el trabajo humano. Podemos afirmar que es éste un problema perenne. Lo encontramos ya en las primeras páginas de la Sagrada Escritura, cuando el Creador confió la tierra al hombre creado a su imagen y le mandó que la "dominase" (cf. Gén 1, 28). La verdad sobre el trabajo contenida en estas palabras encontró confirmación particular cuando el Hijo de Dios hecho hombre eligió el trabajo manual durante los treinta años de vida escondida en la casa nazaretana de María y José, hasta el punto de que le llamaron "el hijo del carpintero" (Mt 13, 55).

4. Por ello, la doctrina cristiana sobre el trabajo humano, de todo trabajo, tanto manual como intelectual, parte del ejemplo vivo de Jesucristo, de sus enseñanzas y también de las enseñanzas de sus Apóstoles. Según esta doctrina justamente, el trabajo es considerado "como una verdadera vocación, de transformación del mundo en espíritu de servicio, y amor a los hermanos, para que la persona se realice a sí misma y contribuya a la humanización progresiva del mundo y de sus estructurase (Juan Pablo II, Discurso en el estadio de Jalisco, México, 31 de enero de 1979).

5. El cristianismo procura que el trabajo esté impregnado, por decirlo así, de una vida nueva a través de la alianza misteriosa entre la actuación humana y la de la Providencia de Dios, que se verifica en el perfeccionamiento de la naturaleza gracias a la actividad del trabajo. El cristianismo transforma el trabajo en medio de santificación y oración, de participación en la obra creadora y redentora del Verbo en el sufrimiento-gozo del trabajo, poniendo así por obra "la mística pascual del trabajo" (Juan Pablo II, ib.).

De este modo el trabajo ―junto con la oración― se convierte en camino de santificación para el hombre; esto es lo que expresó el gran Patrono de Europa San Benito en su lema tan conocido "Ora et labora".

Al trabajo humano y a la persona del trabajador está dedicada la Encíclica que había preparado antes del 13 de mayo y que sólo ahora, estas últimas semanas, he podido revisar. Se publicará el martas próximo.

El Ángelus es la oración que, según la tradición cristiana, se reza durante el trabajo, interrumpiéndolo un momento para renovar así la conciencia del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Recemos hoy esta plegaria por las intenciones de todos los hombres que trabajan. Pidamos que se consoliden la dignidad verdadera y el fruto de toda clase de trabajo.

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