Ángelus del domingo 17 de enero de 1982
JUAN PABLO II
ÁNGELUSDomingo 17 de enero de 1982
Queridísimos:
1. Quisiera llamar hoy vuestra atención y la de todos los hijos e hijas de la Iglesia católica sobre la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que comienza mañana.
Esta cita anual centra la atención de todos sobre un drama histórico y espiritual, que no afecta sólo a la vida de la comunidad cristiana, sino que tiene consecuencias negativas para toda la convivencia humana. Efectivamente, la división contradice la voluntad de Dios sobre su Iglesia y el proyecto divino de unificación de toda la humanidad. Así, pues, la oración por la unidad resulta muy actual y necesaria para que el Señor ilumine la mente de todos los cristianos, dé fuerza para vencer las tendencias de la división y nos conceda el don de la plena unidad.
La celebración anual ofrece también la oportunidad de agradecer al Señor los progresos que va realizando el Movimiento Ecuménico. Los contactos se hacen más intensos, el diálogo teológico se profundiza, el espíritu de fraternidad y solidaridad entre los cristianos se fortalece. ¡Sean dadas gracias a Dios!
2. El tema que para este año han propuesto conjuntamente el Secretariado para la Unión de los Cristianos y el Consejo Ecuménico de las Iglesias es denso y sugestivo: "Que todos encuentren su morada en Ti, Señor".
La comunidad cristiana es como una gran familia. Está construida sobre el amor del Padre y se expresa en la plena fraternidad, esta llamada a vivir en el vínculo de la paz en la morada de Dios. Porque "sólo hay un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos " (Ef 4, 5 s.).
Lo mismo que en la familia las eventuales disensiones deben ser superadas por la restauración de la unidad, así debe suceder en la familia más amplia de toda la comunidad cristiana.
"Que todos encuentren su morada en Ti, Señor". Este tema tiene también una profunda dimensión misionera. La unidad de los cristianos está abierta a una unidad cada vez más amplia, la de toda la humanidad. Jesús mismo ha orado por la unidad de sus discípulos "para que el mundo crea" (Jn 17, 21).
3. Por esta intención ecuménica, presidiré, el próximo día 25 de enero, en la basílica de San Pablo Extramuros, la solemne celebración conclusiva de la Semana de Oración por la Unidad. Ese sagrado templo se levanta sobre la "confessio" del Apóstol de las Gentes, que proclamó incansablemente la unidad de la Iglesia (cf. Rom 12, 4 s.; 1 Cor 12, 12; Ef 4, 4 s.; Col 3, 15). San Pablo nos obtenga, por los méritos de su glorioso martirio, que todos los creyentes en Jesús "alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, cual varones perfectos, a la medida de la plenitud de Cristo" (Ef 4, 12 s.).
En el próximo mes de mayo realizaré una peregrinación apostólica a Gran Bretaña, para confirmar (cf. Lc 22, 32) a los hermanos en el Episcopado y a los hijos e hijas de las diócesis católicas de esa noble tierra. En esta circunstancia tendré también un encuentro con el arzobispo de Cantórbery y Primado de la Comunión anglicana, dr. Robert Runcie.
Que este viaje sirva también para la causa del acercamiento entre la Iglesia católica y la Comunión anglicana, y para acelerar la tan deseada unión entre ambas. Por esta finalidad, de gran alcance ecuménico, os pido a todos fervientes súplicas a la Santísima Trinidad.
Ahora dirigiremos nuestra oración a la "Theotokos", la Madre de Dios, a fin de que por su potente intercesión se nos conceda esa unidad, por la que Jesucristo se ha hecho hombre.
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