Ángelus del domingo 4 de septiembre de 1983
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 4 de septiembre de 1983
1. Invocamos a la Virgen Santa como "Sede de la Sabiduría". Pero, ¿qué es la Sabiduría?, o mejor, ¿quién es la Sabiduría?
En algunos textos del Antiguo Testamento elaborados sobre todo tras el exilio de Babilonia, la Sabiduría se identifica con la ley de Moisés (Dt 4, 6; Eclo 24, 1-25; Bar 3, 12; 4, 1...) e incluso con el conjunto de las Sagradas Escrituras (Eclo, prólogo 1-3. 6-14...). En estos libros venerados se documenta la historia del Señor con su pueblo y por esto se manifiesta en ellos la Sabiduría de Dios, es decir, su designio y pensamiento respecto de Israel y asimismo respecto de la humanidad entera y de toda la creación (Eclo 42, 15; 50, 24; Sab 8, 8; 9, 9. 18; 10, 1-10, 22...).
En consecuencia, sabio es el que lee y escruta los Libros Sagrados y guarda en el corazón la Torah, para sacar de ella lecciones de vida (Sal 107, 1-42. 43; Eclo 50, 27-28...).
Esta familiaridad amorosa con la Historia Sagrada se hace más intensa en los días del sufrimiento (Jdt 8 25-29...), es decir, cuando el comportamiento de Dios nos resulta enigmático (Eclo 4, 17-18...): "su pensamiento es más profundo que el mar y su consejo más profundo que el gran abismo" (Eclo 24, 39), dice la Escritura.
El israelita piadoso, que había llegado a ser sabio por el magisterio de las Escrituras, mira a los hombres y al mundo con la óptica de Dios. Es más, viviendo así contrae vínculos muy especiales con Él: llegar a ser hijo (Eclo 15, 2a), hermano (Prov 7, 4), amigo (Sab 8, 18), esposo (Sab 8, 2b. 9. 16; Eclo 15, 2b), de la Sabiduría.
2. El mensaje del Nuevo Testamento enseña que Cristo es "Sabiduría de Dios" (1 Cor 1, 24). En su Persona, palabras y gestos, el Padre revela de modo definitivo cuál es su proyecto de redención (cf. Lc 7, 29. 30. 35). Es un plan difícil de entender porque pasa a través del escándalo del sufrimiento y de la cruz (1 Cor 1, 25).
María Santísima es "Sede de la Sabiduría" porque acogió a Jesús, Sabiduría encarnada, en el corazón y en el seno. Con el "Fiat" de la Anunciación accedió a estar al servicio de la voluntad divina, y la Sabiduría estableció su morada en su seno y la hizo discípula ejemplar. La Virgen fue bienaventurada no tanto porque alimentó al Hijo de Dios, cuanto más bien porque Ella se alimentó de la leche saludable de la Palabra de Dios (cf. Lc 11, 27-28).
3. A imitación de María, el corazón de cada creyente se transforma en morada de Cristo-Sabiduría. A semejanza de cuanto ocurría entre el israelita sincero y la Sabiduría, también entre nosotros y el Señor se instaura una forma misteriosa de parentesco espiritual. Lo dice el mismo Jesús: "Quienquiera que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre" (Mt 12, 50; cf. Mc 3, 35 y Lc 8, 21).
Nos guíe María y nos ayude a vivir así nuestras relaciones con Jesús Redentor.
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