Ángelus del lunes 26 de diciembre de 1983

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Lunes 26 de diciembre de 1983
Fiesta de San Esteban

1. La alegría íntima de la solemnidad navideña apenas celebrada envuelve en su atmósfera mística también el día de hoy que le sigue inmediatamente y en el que la Iglesia festeja al primer mártir cristiano, un hombre lleno de Espíritu y sabiduría, como dice la Escritura (cf. Act 6, 3).

Según nos refiere San Gregorio de Nisa (cf. PGXLVI, col. 790), en los primeros siglos cristianos se quiso solemnizar en torno a Navidad a los grandes Santos que fueron los primeros testigos del Verbo encarnado. San Esteban es uno de ellos. Señala el espléndido comienzo de la respuesta de amor total del hombre al amor de Dios hecho hombre para salvar al hombre. Después, por desgracia, no siempre han respondido los hombres con un amor tal. Pero la antorcha de la santidad y el martirio había sido ya lanzada al corazón de la historia y nunca se iba a apagar. Los hombres, en especial los pobres y los puros de corazón, jamás olvidarían el testimonio de un Dios crucificado y el empuje de los primeros mártires.

2. Por ello sigue gozando San Esteban del afecto de todos los siglos cristianos en Oriente y Occidente, por su estrechísima cercanía temporal y espiritual a las fuentes de la salvación y a las raíces de nuestro ser de cristianos que se remontan hasta Cristo a través de la Santísima Virgen, los Apóstoles y los Mártires.

El júbilo de la santa Navidad no está hecho para encerrarse en sí mismo; por el contrario, se explaya en la dimensión del tiempo histórico y litúrgico, y sobre todo de la dimensión del espíritu. Es un gozo hecho para multiplicarse en las fiestas de los Santos y en todos los acontecimientos gozosos de nuestro camino de fe. No se puede entender la Navidad sin captar y experimentar la luz y la gracia que dimana de ella sobre el ciclo litúrgico entero, sobre toda la historia de la Iglesia y sobre la vida de cada uno de nosotros.

El recuerdo de San Esteban en el día de hoy nos invita, por tanto, a entender el significado de la Navidad en su sentido "expansivo" con su irradiación de gracia, bondad, virtud, santidad y pureza sobre el destino de todos nosotros, sobre nuestras alegrías y también -acaso especialmente- sobre nuestros sufrimientos.

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