Ángelus del sábado 6 de enero de 1990

Autor: Juan Pablo II

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Sábado 6 de enero de 1990
Solemnidad de la Epifanía

1. Nos volvemos a encontrar, amadísimos hermanos y hermanas, para la recitación de la plegaria del Ángelus en esta solemnidad de la Epifanía, de gran importancia litúrgica y espiritual.

En efecto, hoy la Iglesia medita, como bien sabéis, en la dimensión universal de la salvación, y por tanto en el compromiso que se le ha confiado de llevar a todas las gentes el anuncio del Evangelio. Lo hace considerando la llegada a Belén de los Magos venidos de Oriente para reconocer al Hijo de Dios hecho hombre. Ellos fueron llamados a adorarlo, es decir, a quedar asociados en la fe al don de la gracia y de la salvación. Jerusalén veía de este modo un primer cumplimiento de la profecía según la cual todos los pueblos caminarían a la luz del Dios de Israel y proclamarían su gloria.

2. Hoy pedimos a Dios por toda la Iglesia, pueblo de Dios en camino, una renovada conciencia de la vocación misionera, puesto que Ella fue "enviada por Cristo para manifestar y comunicar la caridad de Dios a todos los hombres y pueblos" (Ad gentes, 10), sin exclusión de lugares o de personas, sin distinción de razas o de culturas, por un universal "ministerio de la gracia de Dios " (Ef 3, 2).

Una confirmación de la universalidad de la misión confiada por Cristo a la Iglesia nos la da la elevación al orden del episcopado, que acabamos de realizar, de doce nuevos obispos, pastores de almas enviados a diversas diócesis del mundo o colaboradores del Sucesor de Pedro en su servicio a todo el pueblo de Dios.

Pidamos la protección de la Virgen Santísima sobre ellos, así como sobre todos los misioneros y misioneras, sacerdotes y laicos, que han consagrado su vida a la expansión universal del Evangelio. Pidamos al mismo tiempo que los corazones se abran para acoger su anuncio, a fin de que todos los hombres lleguen a ser "partícipes de la misma Promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio" (Ef 3, 6).

Encomendemos también al Señor los trabajos del Sínodo africano que comenzó hace un año.

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