22 de junio de 2003, Bosnia-Herzegovina

Autor: Juan Pablo II

VIAJE APOSTÓLICO A BOSNIA Y HERZEGOVINA

ÁNGELUS DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Domingo 22 de junio de 2003

1. El beato Iván Merz, en su vida, no sólo se apoyó en la Eucaristía, sino también en la tierna devoción que sentía hacia la Madre del Señor
También nosotros, al final de esta liturgia, dirigimos nuestra mirada a la Virgen María y nos unimos a toda la Iglesia, la cual, repitiendo el saludo del arcángel Gabriel, contempla el misterio de la encarnación del Hijo de Dios. Le pedimos que nos enseñe a "contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor" (Rosarium Virginis Mariae, 1). 
2. Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua alemana. Por intercesión del nuevo beato, el Señor os conceda ser como él fuertes en la fe, firmes en la esperanza y activos en la caridad. Os bendigo de corazón. 
A vosotros, hermanos y hermanas de lengua húngara, mi saludo más cordial, con el deseo de que la gracia divina sostenga vuestros pasos e ilumine vuestra vida. Os bendigo con afecto. 
Recordando el compromiso del beato Iván Merz en la Acción católica, saludo a los fieles de lengua italiana. Que su ejemplo de laico cristiano ayude a cada uno a responder con coherencia a la vocación recibida. Os bendigo de corazón a todos. 
Saludo y bendigo con afecto a los fieles procedentes de Serbia y Montenegro. Queridos hermanos, la intercesión de la Madre del  Señor y del beato Iván os obtenga la abundancia de las gracias divinas. 
Saludo cordialmente a los peregrinos venidos de Croacia, que se sienten orgullosos de haber dado a la Iglesia un nuevo beato:  que su ejemplo os guíe por los caminos del Señor. Con mi bendición. 
Saludo a mis compatriotas. Os agradezco vuestra solidaridad con Bosnia y Herzegovina. 
3. A la Madre de Dios encomiendo mi oración por todos vosotros y mi agradecimiento vivísimo por la acogida cordial que me habéis brindado. 
Un último deseo:  que con su poderosa intercesión la Virgen María os obtenga de su Hijo Jesús la gracia de mantener íntegra vuestra fe, inquebrantable vuestra esperanza y ferviente vuestra caridad en toda circunstancia.

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