Nuevo Embajador de Ecuador

Autor: Juan Pablo II

 

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL SEÑOR JORGE SALVADOR LARA
NUEVO EMBAJADOR DE ECUADOR ANTE LA SANTA SEDE

Lunes 19 de diciembre de 1983

Señor Embajador:

Sea bienvenido a este acto con el que, al presentar hoy las Cartas Credenciales, comienza su misión como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del Ecuador ante la Santa Sede.

Le agradezco ante todo las expresiones de cordial estima dirigidas hacia esta Sede Apostólica, las cuales demuestran la cercanía moral de su noble pueblo que, fiel a su historia, sigue beneficiándose de un patrimonio cultural y espiritual, fruto de la secular presencia evangelizadora de la Iglesia.

Vuestra Excelencia ha hecho mención de algunas constantes que caracterizan y forman parte de la tradición de su País y que son al mismo tiempo un objetivo, búsqueda y defensa para el hoy y el mañana; tales son la Fe, la libertad y la cultura, la promoción del derecho y el anhelo de paz y justicia.

La gran mayoría de los ciudadanos ecuatorianos profesan la fe católica, fruto permanente de la primera evangelización, la cual —como indica el Documento de Puebla— es para la Iglesia su misión fundamental y no es posible su cumplimiento sin un esfuerzo permanente de conocimiento de la realidad y de adaptación dinámica, atractiva y convincente del Mensaje a los hombres de hoy. 

Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y renovarla desde dentro, para lo cual es necesario que cada hombre reciba el don de la fe por el bautismo. Pero la Evangelización no se reduce únicamente a predicar el Evangelio, sino a transformar con su fuerza los criterios, las líneas de pensamiento y los modelos de vida de la humanidad, a fin de que estén de acuerdo con la Palabra de Dios y con su designio de salvación.

Por eso la Iglesia siente el deber de anunciar esa salvación y liberación, que están profundamente vinculadas con la promoción humana, “porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos”. 

La Iglesia en Ecuador, fiel al mandato de Cristo, quiere seguir realizando su obra evangelizadora, iluminando y orientando a la comunidad de los creyentes en esta hora crucial de la humanidad, para construir un mundo donde imperen el necesario progreso, la paz, la justicia y la libertad; esos valores primarios del hombre y de su dignidad, que Cristo quiere para todos; porque Él mismo, con su encarnación, se ha unido en cierto modo a todo ser humano y “manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación”. 

Tampoco la cultura puede separarse de la evangelización, aunque no se identifica con ella, pero sí constituye un elemento indispensable; porque ayuda a la persona al alcanzar un nivel plenamente humano, cuando le sirve para desarrollar sus cualidades espirituales y corporales.

En Ecuador existe una pluralidad de culturas que forman parte de un rico patrimonio. La Iglesia no es indiferente a esta realidad y, continuadora de la labor de los primeros misioneros, aprecia en toda su extensión y favorece esos valores que desea ver promovidos. Así es como la fe cristiana, unida a la característica cultural local, ha calado profundamente y es una fecunda realidad no sólo a lo largo y ancho de Ecuador, sino también en las demás naciones del llamado “Continente de la Esperanza”.

Este hecho ha sido puesto en particular evidencia en las diversas celebraciones tenidas con motivo de la conmemoración del bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar, figura que tanto ha calado en el corazón de los ecuatorianos y que vio en la Iglesia un fuerte elemento integrador para una América libre y unida.

Señor Embajador: Al formularle mis mejores votos para un feliz desarrollo de la misión hoy iniciada, pido al Altísimo que bendiga al Señor Presidente de la República del Ecuador, a las Autoridades, a todos y cada uno de sus ciudadanos, así como a Vuestra Excelencia, a su familia y seres queridos.

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