El Colegio Cardenalicio está compuesto por los hombres que el Papa ha elevado a la dignidad de Cardenal, confiándoles el deber de ser sus consejeros y colaboradores más cercanos, y de elegir a su sucesor. Las decisiones del Colegio se toman de manera colectiva y son ratificadas por el Papa, a menos que, por supuesto, no haya Papa. Durante dicho Interregno Papal, los Cardenales se reúnen en Congregación General para decidir por mayoría de votos sobre los funerales del Papa, el inicio del Cónclave para elegir un nuevo Papa, así como cualquier asunto ordinario de la Santa Sede que no pueda esperar, de acuerdo con el derecho papal, actualmente la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis.
El rango eclesiástico de Cardenal data de la época del Papa Silvestre I, alrededor del año 315 d.C. Se le otorgaba a los consejeros más cercanos del Papa. Con el tiempo, llegó a estar reservado a aquellos a quienes el Papa había dado la responsabilidad pastoral de las 7 diócesis suburbanas de la Provincia Romana, así como de las iglesias romanas y las diaconías. Hoy en día, los Cardenales poseen cada uno sólo un cargo titular como obispo, sacerdote o diácono de Roma, pero sin responsabilidad real por las diócesis, parroquias y diaconías. Los cargos reales que desempeñan los Cardenales hoy en día son dentro de la Curia Romana o como arzobispo de una diócesis importante. Los cardenales, por lo tanto, son generalmente obispos, aunque los Papas pueden conceder excepciones. En las últimas décadas, esta excepción se ha concedido a teólogos a los que los Papas han querido honrar. Según la ley actual, un Cardenal debe ser al menos sacerdote.
La existencia de antipapas es uno de los rasgos más inusuales de la historia de la Iglesia. El primero en ser declarado Papa, pero considerado inválidamente elegido en su momento o por la historia, fue San Hipólito, quien discrepó con el Papa de turno pero luego se reconcilió y murió por la fe. La mayoría de los antipapas han surgido debido a las intrigas de cardenales, príncipes seculares o nobleza romana.
El Consistorio es una reunión formal del Colegio Cardenalicio convocada y presidida por el Sumo Pontífice. Puede ser Ordinario o Extraordinario.
El Consistorio Ordinario es cuando “(T)odos los cardenales, al menos todos los presentes en la ciudad de Roma, son convocados… para ser consultados sobre algunos asuntos graves que, sin embargo, ocurren con cierta frecuencia, o para realizar algunos actos muy solemnes” (CIC canon 353, §2).
El Consistorio Extraordinario es cuando “(T)odos los cardenales son convocados… cuando las necesidades particulares de la Iglesia o la dirección de asuntos más graves aconsejan su celebración” (CIC canon 353, §3).
Los consejeros cercanos del Papa han sido llamados Cardenales, del latín carde, bisagra, probablemente desde el siglo IV. Desde 1059 los Cardenales han servido como electores exclusivos de los Papas, y el Colegio mismo recibió su forma actual en 1150. A lo largo de los siglos, el número de Cardenales se mantuvo por debajo de 70, una cifra bíblicamente significativa, ya que había setenta ancianos que ayudaban a Moisés a dirigir a Israel y 70 hombres, además de los Apóstoles, que ayudaban a Jesús en su ministerio (Lucas 10:1). Sin embargo, tanto el Papa Pablo VI como el Papa Juan Pablo II fueron más allá de este número para internacionalizar el Colegio con obispos de todo el mundo. Hoy hay 117 Electores de un total de 183 Cardenales, una cifra que incluye a aquellos que han alcanzado la edad de inelegibilidad para votar, 80 años.
El Colegio está dividido internamente en tres órdenes o rangos: Cardenales Obispos, Cardenales Presbíteros y Cardenales Diáconos. Esta división refleja su historia temprana, cuando los asesores y electores del Papa eran elegidos entre el clero de Roma. Hoy en día, cada Cardenal tiene un título o cargo titular (es decir, sin autoridad real) en la Diócesis y la Provincia de Roma, como Cardenal Obispo de Ostia, Cardenal Presbítero de la Iglesia de San Juan o Cardenal Diácono de los Santos Nombres de Jesús y María.
El Colegio está presidido por el Decano, asistido por un Vicedecano. Ambos son elegidos entre los Cardenales Obispos por sus compañeros Cardenales Obispos y confirmados en el cargo por el Papa.
El Decano del Colegio Cardenalicio es un Cardenal Obispo elegido por sus compañeros Cardenales Obispos y confirmado en el cargo por el Papa. Aunque preside los consistorios y las congregaciones del Colegio, no tiene autoridad sobre los demás Cardenales. Las decisiones del Colegio son enteramente colegiales (colectivas). El Decano del Colegio convoca a los Cardenales cuando muere el Papa y preside sus Congregaciones y el Cónclave. Es él quien pide al elegido que acepte la elección como Papa.
Un cónclave es una reunión especial de cardenales con el fin de elegir un Papa. Se rige minuciosamente por la ley papal, actualmente la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis. Para obtener más información sobre el cónclave y todos los asuntos relacionados con el período entre el reinado de un Papa y otro, consulte la sección Interregno papal.
Los Cardenales Electores son aquellos miembros del Colegio Cardenalicio que no han cumplido 80 años el día en que se produce una “Vacante de la Sede Apostólica”, ya sea por muerte o por renuncia del Sumo Pontífice. Es decir, si cumplen 80 años el día o antes de la fecha en que muere o renuncia un Papa, no son elegibles para votar en el Cónclave para elegir a su sucesor. Sin embargo, si cumplen 80 años el día después de la muerte o renuncia del Papa, sí son elegibles para ingresar al Cónclave y votar. Curiosamente, aunque un Cardenal no pueda votar, puede ser elegido.
A lo largo de la historia, muchos cardenales han sido hombres santos. Algunos se cuentan entre los papas santos, otros completaron su vida al servicio de la Iglesia como cardenales. A continuación, se enumeran algunos de los que lo hicieron y que se cuentan entre los santos, beatos y venerables de la Iglesia.
Los cardenales que ocupan los cargos más importantes en la Curia romana o que, siendo patriarcas de las Iglesias católicas orientales, han recibido una dignidad equivalente en la ley desde el Papa Pablo VI, se denominan Cardenales Obispos. Es el más pequeño de los tres rangos de cardenales y su historia se remonta al papel desempeñado en la Iglesia primitiva por los obispos de siete diócesis que rodeaban Roma, llamadas sedes suburbanas de Roma. Se dice que los cardenales obispos ostentan el título, en oposición al cargo real, de esas siete sedes. El cardenal decano ostenta dos títulos, el de ostia y el que ostenta en el momento de su ascenso a decano. Por lo tanto, solo hay seis cardenales obispos a la vez, además de la cantidad de patriarcas orientales que haya.
Los cardenales sacerdotes son aquellos cardenales que ocupan el rango medio, y con diferencia el más numeroso, del Colegio Cardenalicio. Entre ellos se incluyen funcionarios de la Curia Romana, así como arzobispos de las principales diócesis de todo el mundo. Los cardenales sacerdotes ostentan el título de una iglesia particular de la Sede Romana, un vago reflejo histórico de la práctica muy temprana del clero de Roma de participar en la elección del Papa. Dentro del rango de cardenal sacerdote, los cardenales tienen antigüedad basada en la fecha de nombramiento, e incluso pueden ascender por promoción del Papa al grado superior de cardenal obispo.
Los cardenales diáconos ocupan el rango más bajo de los cardenales. Entre ellos se encuentran los funcionarios de la curia romana y los teólogos honrados por el Papa por su contribución a la Iglesia. En los primeros siglos había 7 diáconos que administraban siete distritos de la diócesis romana, así como 7 diáconos que ayudaban en la casa papal. Aunque el rango de cardenal diácono asciende a más de 14 en la actualidad, tienen el título como si estuvieran asignados a una iglesia en una de las tres diaconías de Roma. Los cardenales diáconos pueden ascender mediante una promoción del Papa a los rangos superiores del Colegio de Cardenales.
La reunión de los Cardenales para asesorar al Papa o asistirlo en sus deberes se llama Congregación. También los departamentos mayores de la Curia Romana se llaman Congregaciones porque están compuestos por un número de Cardenales con derecho a voto encabezados por un Cardenal Prefecto. Durante la vacante de la Sede Apostólica, desde el momento de la muerte del Papa hasta el comienzo de la elección de su sucesor, las decisiones relativas a los asuntos ordinarios de la Santa Sede, así como el funeral, entierro y elección del Papa, son decididas por dichas reuniones de los Cardenales.
Las Congregaciones Generales son reuniones de todos los Cardenales que no están legítimamente impedidos de asistir por enfermedad u otras razones legítimas. En ellas se deciden los asuntos más importantes relacionados con el interregno papal. El ámbito de su autoridad está totalmente regulado por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, que no permite absolutamente ninguna innovación en el funcionamiento de la Santa Sede mientras no haya Papa. La Congregación General, sin embargo, puede decidir puntos controvertidos de interpretación de la ley.
Las Congregaciones Particulares están compuestas por el Camarlengo de la Santa Iglesia Romana y otros tres Cardenales, llamados Asistentes, elegidos por sorteo de cada uno de los tres rangos de Cardenales. Estas Congregaciones Particulares se ocupan de los asuntos ordinarios de la Iglesia Romana, y delegan todo lo importante a la Congregación General. Los nuevos Asistentes son elegidos por sorteo después de haber servido durante tres días.
